Sobre los acontecimientos en Colombia

Artículo publicado en Rizospastis el domingo 9 de octubre de 2016

Como es ya sabido, el domingo 2 de octubre se celebró un plebiscito con el objetivo de ratificar el acuerdo de paz que fue firmado entre el gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP). La participación en el plebiscito llegó al 37% del censo electoral y el acuerdo de paz fue rechazado con 50.2% de los votos.

El acuerdo, fruto de 4 años de negociaciones en Oslo y en la Habana, tuvo el objetivo de terminar el conflicto armado que comenzó en 1964, cuando se fundaron las FARC-EP para responder a la violencia desempeñada por parte del ejército burgués contra la población rural de Marquetalia.[1] Mientras tanto, había sido anunciado que el gobierno exploraría las opciones para empezar el diálogo con el Ejército de Liberación Nacional (ELN)otra organización guerrillera importante del país.  

La masacre de la “Unión Patriótica”

En el pasado habían sido precedidos otros intentos de llegar a la paz, con las negociaciones y proceso de paz durante los años 1982-1984 con el gobierno de Belisario Betancourt siendo los más conocidos. Dicho proceso resultó a la formación de la “Unión Patriótica”(UP) como partido político legal de las FARC-EP y del Partido Comunista Colombiano (PCC). La UP fue sujeta a una verdadera matanza por el estado burgués y el paramilitarismo. Dentro de una década fueron asesinados más de 5.000 miembros y cuadros de la UP, entre ellos dos candidatos presidenciales, 7 senadores, 13 congresistas, 11 alcaldes, 69 concejales, mientras miles de personas tuvieron que seguir el camino del exilio político huyendo al extranjero.

Todos estos años, los EE.UU, la Unión Europea (UE), otras fuerzas imperialistas respaldaron el estado burgués colombiano, ofreciendo de manera generosa su apoyo financiero, militar y político. Los EE.UU y la UE incluyeron las FARC-EP en el catálogo de organizaciones terroristas y después del fallecimiento de Raúl Reyes, cuadro de las FARC-EP, en 2008 en el Ecuador, se libró una verdadera cacería de brujas en nivel internacional utilizando “datos” que se encontraron en la computadora personal de Raúl Reyes descubierta en el campamento bombardeado de las FARC-EP. Por otro lado, en apoyo de la lucha de las FARC-EP y del movimiento popular del país se sumaron la mayoría abrumadora de los Partidos Comunistas de América Latina, entre otros, varias organizaciones del movimiento popular y de la juventud de la región y de todo el globo.   

En relación con el “Acuerdo de la Habana”

El 23 de junio de 2016 las FARC-EP y el gobierno colombiano firmaron un cese de fuego definitivo y un acuerdo de desarme y el 24 de agosto fue anunciado el “Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera” presentado para ratificarse en el plebiscito. Durante los días 17-23 septiembre las FARC-EP celebraron su 10a Conferencia de Guerrilleros que validó el acuerdo.

El acuerdo se compone de acuerdos parciales agrupados en 6 capítulos. Se prevé un proceso de desarme de las FARC-EP en 22 “zonas veredales transitorias de normalización” y en 6 más pequeños “puntos transitorios de normalización”, donde los guerrilleros de las FARC-EP se concentrarían para quedarse por 6 meses y donde sus armas individuales se concentrarían y se desmantelarían bajo la jurisdicción de las Naciones Unidas. Además, dentro de 3 meses de la aplicación de los acuerdos las FARC asumirían la obligación de desmantelar el resto de las armas almacenadas.

El acuerdo establece el monopolio del estado capitalista a la violencia, la condena de la lucha revolucionaria, promociona el consenso social y la asimilación, reconoce la supremacía de la clase capitalista y su estado y al final socava la lucha de clases.  

Por ejemplo, el acuerdo dispone claramente que “El Gobierno Nacional y las FARC-EP acuerdan … asegurar el monopolio legítimo de las fuerzas y del uso de las armas por parte del Estado en todo el territorio”[2],una frase que se repite con formaciones parecidas en varios puntos del texto final. Además, se nota que “El Gobierno Nacional y el nuevo movimiento político que surja del tránsito de las FARC-EP a la actividad política legal, se comprometen a promover un Pacto Político Nacional y desde las regiones, con los partidos y movimientos políticos, los gremios, las fuerzas vivas de la Nación….[3]

El acuerdo no hace ninguna referencia a temas importantes como las ocho bases militares de los EE.UU. en el país, ni al acontecimiento significativo de la firma del acuerdo entre Colombia y la OTAN el 25 de junio de 2013, cuando ya había empezado el proceso de Diálogo para la Paz.   

El Partido Comunista de Grecia (KKE) y muchas organizaciones de masas del movimiento popular del nuestro país desde hace décadas han sido solidarios con la lucha del pueblo colombiano y de las FARC-EP. Han rechazado categóricamente la caracterización de las FARC-EP como organización terrorista y han demandado su exclusión de la lista de la UE para las organizaciones terroristas y la abolición de dicha lista.

El KKE ha reclamado el reconocimiento de las organizaciones insurgentes FARC-EP y ELN como partes beligerantes, la liberación de los presos encarcelados en los EE.UU. así como los más de 7.500 presos políticos en Colombia, la restauración de los desalojados. El KKE ha expresado su solidaridad multiforme con la lucha del pueblo colombiano por una Colombia sin explotación del hombre por el hombre, para la paz con justicia social. Para una Nueva Colombia donde se respetará la voluntad y soberanía popular, sin hambre y miseria, con trabajo, alojamiento, salud y educación para todos.

Nos hemos enfrentado decisivamente con fuerzas burguesas y oportunistas que intentaron utilizar la situación en Colombia para arremeter contra la lucha revolucionaria de los pueblos.

Las inmensas dificultades de una lucha prolongada, bajo condiciones de una correlación de fuerzas muy negativa, marcadas por las consecuencias de la contrarrevolución y del retroceso temporal del movimiento obrero y revolucionario, por la crisis en la cual el movimiento comunista internacional sigue encontrándose, son aparentes.

Son también evidentes los obstáculos y dificultades adicionales producidas del apoyo generoso del imperialismo al estado burgués de Colombia, de la disposición de armamento de alta tecnología, de la intensificación de la colaboración de los estados capitalistas y sus mecanismos en la región a través de una red densa de alianzas y organizaciones interestatales.

 Las causas de los grandes problemas que experimenta el pueblo colombiano, como la represión, la miseria y la pobreza, son intrínsecas en el sistema capitalista, en el poder de los monopolios, en el estado burgués, en los partidos políticos burgueses y sus políticas antipopulares. Todo esto seguirá siendo intacto después del acuerdo.

El acuerdo no se valora bajo el criterio de si lleva a un cambio de las formas de lucha o no. Es responsabilidad y obligación de cada partido y movimiento revolucionario de elegir la forma de lucha adecuada en relación con las condiciones y las exigencias de la lucha de clases en su propio país. El criterio es si obliga el movimiento popular del país en concesiones graves,  inaceptables, ante la clase capitalista y su poder, que lo desarmarán política e ideológicamente y de manera objetiva abrirán camino a acontecimientos que llevaran a la agudización de la represión contra el movimiento popular, o a su asimilación, o a ambos simultáneamente.

Solidaridad internacionalista firme con el movimiento obrero-popular de Colombia

La clase obrera, las capas populares de todos los países deben proyectar sus propios intereses, sus propias consignas y objetivos de lucha contra la dominación del capital y su poder, en confrontación con el imperialismo, para el derecho de cada pueblo de elegir su camino de desarrollo.  

El seguimiento atento de los acontecimientos y la posición firme al lado del movimiento obrero-popular contra cada intento de utilizar dichos acontecimientos para la agudización de las persecuciones y de la represión es imperativo. Expresamos nuestra firme solidaridad internacionalista con las luchas para los derechos obreros y populares, para una Nueva Colombia con el pueblo al poder.



[1]          Para más información: “Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo – 37 años de batallas para la Nueva Colombia”, Raúl Reyes, escrito en particular para la revista “Komunistiki Epitheorisi” órgano teórico y político del CC de KKE, vol.6/2001

[2]          Acuerdo Final, p.70

[3]          Acuerdo Final, p.72

Información de la Sección de RRII del CC del KKE