Sobre la reunión de partidos comunistas y socialdemócratas en Lima, Perú
Durante años hemos expresado nuestro apoyo consecuente a los pueblos y los movimientos populares de la región. Somos firmemente solidarios con los pueblos que enfrentan intervenciones y amenazas imperialistas, somos solidarios con las fuerzas clasistas en Venezuela, Ecuador y Bolivia que luchan en condiciones muy difíciles. Es inalterable nuestra convicción y acción para poner fin al bloqueo contra Cuba. El Partido Comunista de México, manteniéndose fiel al internacionalismo proletario, lucha con firmeza por la unidad de acción del movimiento comunista, por la coordinación de las luchas de los partidos comunistas y obreros a nivel regional e internacional.
Desde ese punto de partida, tenemos la responsabilidad de comunicar a los trabajadores de nuestro país, y a los partidos comunistas y obreros de la región y del mundo, nuestra evaluación sobre el llamado “Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Revolucionarios de América Latina y el Caribe” que se reunió en Lima, Perú los días 26, 27 y 28 de Agosto, y de aclarar por qué no suscribimos y tampoco reconocemos validez a la “Declaración de Lima” que se publicó, ni apoyamos el “Consenso de Nuestra América” que en dicha reunión se presentó.
En este encuentro, junto a los Partidos Comunistas, fueron también invitados partidos socialdemócratas y oportunistas, partidos totalmente ajenos al movimiento comunista, algunos de los cuales han sido probados colaboradores en gobiernos burgueses, y tienen responsabilidades en políticas antipopulares, en la represión a las luchas populares, y apoyo a las alianzas, planes e intervenciones imperialistas.
No compartimos esta idea de hibridación, de invitar partidos socialdemócratas en encuentros de partidos comunistas. Además, rechazamos el intento de proyectar mundialmente este modelo de reuniones cuyo objeto es alterar la naturaleza del Encuentro Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros (EIPCO), y abrirlo a las fuerzas oportunistas del Foro de Sao Paulo y del Partido de la Izquierda Europea, o de otros espacios de convergencia internacional de la socialdemocracia, algo que significaría la destrucción del proceso del EIPCO.
En el transcurso de los debates en dicho encuentro, se fueron expresando serias diferencias, de contenido y forma, sobre el papel de los gobiernos progresistas, la política de alianzas y la lucha antiimperialista, y sobre las tareas de los partidos comunistas. El hecho de que, por primera vez en una reunión que se llama “Encuentro de PPCCs”, se adopten decisiones y se impongan bajo la lógica de mayoría o minoría es un paso divisionista, que viola el principio de igualdad entre los partidos, y abre un camino muy peligroso.
Tanto la “Declaración del Lima” como el “Consenso para Nuestra América” son documentos que no ayudan a la lucha de la clase obrera y de los pueblos. Blanquean a la socialdemocracia y la política pro-monopolista de los llamados gobiernos progresistas. Debilitan el papel de los partidos comunistas, los limitan a un papel auxiliar de la socialdemocracia, quien gobernando perpetúa la explotación capitalista. Postcapitalismo y antineoliberalismo anulan el objetivo de la revolución socialista, y fomentan la confusión ideológica describiendo como socialista un sistema donde permanecen las relaciones de producción capitalistas y se perpetúa el poder del capital.
El capitalismo explota a los pueblos, empobrece a las capas medias, despoja a los campesinos, oprime a los pueblos originarios, a la mujer, y a la juventud trabajadora, independientemente de la forma de su gestión, sea neoliberal o neokeynesiana proyectada como “progresista”, tal como repetidamente se ha experimentado bajo estos gobiernos en las últimas décadas.
La crisis del capitalismo es también la crisis del progresismo. En más de 15 años de gestión “progresista” en América Latina, las relaciones capitalistas han permanecido intactas. El progresismo se mostró como una gestión del sistema, que no escapa a las leyes generales del capitalismo. En condiciones de altas cifras de desarrollo capitalista, que se basó en el aumento del grado de explotación, millones continuarán engrosando las estadísticas de pobreza. Las necesidades y demandas de la clase obrera, la mujer trabajadora, la juventud trabajadora, de los pueblos indios y afrodescendientes, no han tenido ni tendrán satisfacción en los marcos de las relaciones capitalistas, sino solamente derrocándolas.
En tanto tiene lugar una crisis de sobreproducción y sobreacumulación que conmociona al capitalismo, éste responde con medidas agresivas, golpeando a los derechos sindicales y laborales para desvalorizar la fuerza de trabajo en nombre de la competitividad y rentabilidad de los monopolios.
Por ello, queda claro que asumir un programa de desarrollismo sobre la base capitalista, es una bandera ajena al movimiento comunista.
Consideramos equivocado separar la lucha contra el imperialismo de la lucha contra los monopolios, restringir la lucha antiimperialista al centro imperialista norteamericano, blanqueando a la Unión Europea y otras fuerzas y alianzas imperialistas.
No consideramos que las diversas uniones interestatales -cuyo carácter de clase es capitalista-, que se forjan en el sur del Continente sean alternativa de la clase obrera y los pueblos de América Latina, pues expresan los intereses de las burguesías, de los monopolios, y fortalecen los procesos de acumulación, de concentración y centralización de capital.
En las difíciles condiciones en que luchamos, donde las medidas de choque y los mecanismos represivos estatales y paraestatales se recrudecen contra nuestros pueblos, y tomando en cuenta que hay un ataque constante del capital para sofocar las posiciones revolucionarias con la ilusión del reformismo, del posibilismo, los partidos comunistas y obreros tienen el deber de redoblar sus actividades para organizar a los trabajadores y capas medias, para desarrollar las luchas de los pueblos por el derecho al trabajo, al salud, a la educación, por todos los derechos populares, y levantarlos contra las políticas antipopulares, contra la explotación y la opresión capitalista.
La experiencia nos demostró que las alianzas interclasistas, atrapadas en la lógica del mal menor, retrasan la tarea de los partidos comunistas y obreros, en cuanto a la organización y consciencia de clase de los trabajadores.
Los Partidos Comunistas tenemos la responsabilidad de contribuir para que los trabajadores puedan extraer conclusiones serias de los “gobiernos progresistas”, de las alianzas con sectores de la burguesía, y para que den pasos firmes en la dirección de su emancipación, saliendo del círculo vicioso del llamado “mal menor”. Para colocar resueltamente la necesidad de la lucha por el derrocamiento del capitalismo, por el socialismo, y por la socialización y planificación de la economía, dirigida por el poder obrero.
El Partido Comunista de México seguirá dando su aporte a esta causa.
¡Proletarios de todos los países, uníos!
El Comité Central del Partido Comunista de México