Por un Programa Político de Respuesta y Acción Popular del Movimiento Social Oaxaqueño.
Ante el estado de sitio y las constantes “maniobras militares aéreas y terrestres” a que se ha sometido nuestro entidad, sembrando el terror y persecución al movimiento social, declaramos que la presencia del ejército, armada, policía federal y grupos paramilitares traídos por el gobierno de Peña Nieto, sólo viene a confirmar que con la fuerza del Estado se pretender imponer las reformas capitalistas antipopulares y que tanto descontento han desatado en todo el país. Nos toca ahora en Oaxaca ser protagonistas del choque contra las fuerzas invasoras y debemos elevar nuestros objetivos inmediatos y plantearnos un Programa de Respuesta y Acción Popular ante estas medidas que lastiman e irritan a nuestra población.
Después del anuncio de la desaparición del IEEPO por el gobierno del estado con el apoyo del gobierno federal y la manifestación popular de rechazo a estas medidas expresado en la megamarcha del 27 de julio, parece que hay una tregua entre las partes en pugna. (Una tregua no significa un periodo de paz, es un periodo de preparación para la guerra, en donde las fuerzas en pugna revisan su maquinaria y ajustan la táctica para entrar nuevamente a la confrontación.)
En consecuencia la tarea inmediata de las fuerzas políticas y sociales que se ubican en contra de esta etapa capitalista de máxima explotación y acumulación significa la unidad en la acción mediante la movilización directa y frontal para resistir y confrontar esta política económica central, que el campo de batalla sea contra la política de entrega y saqueo de nuestro territorio por parte del gobierno federal, sujeto e instrumento de los designios de los monopolios locales y extranjeros.
Clarificar a nuestros pueblos que ningún gobierno estatal podría lograr elevar las precarias condiciones de vida, ni podría desarrollar el régimen democrático local si no se enfrenta a las políticas centrales dictadas desde la Presidencia de la República. Engañaría cualquier posición oportunista hablando de la devaluada tesis de “la alternancia” que ha demostrado su fracaso con la llegada de Gabino Cué a la gubernatura en el 2010 y que ha retrasado el proceso de consolidación democrático y popular. Así, tenemos que la llamada “transición democrática” que se ofreció en la pasada elección para gobernador mostró sus límites y terminó siendo la “regresión autoritaria” que el mismo Cué advertía vendría, cuando era un furioso defensor del voto popular y la democracia.
Tampoco se trata de ahondar la absurda tesis confusa e infantil de “evitar” a toda costa que el PRI regrese al gobierno estatal. Esta política, tanto la de alternancia como la del antipriismo a ultranza sólo ha fragmentado y generado suculentos dividendo a los líderes de esta tesis, partiendo de Woldenberg-Cordova desde el IFE-INE, hasta los beneficios de los líderes locales que han medrado con arrimarse a la burguesía “antipriista” para vivir de la migaja y la traición a su propia clase. La sujeción de la lucha del movimiento social organizado en Oaxaca a la agenda y al calendario electoral deja de lado la construcción de un programa de gobierno con un profundo contenido de clase, pues esta táctica termina supeditando las aspiraciones de los trabajadores, campesinos y pueblos originarios al programa político de la clase dominante.
Se trata de la acción común para afianzar fuerzas para confrontar y resistir los embates de las reformas educativa, laboral y energética, fundamentalmente. Siguiendo el ejemplo de los maestros del país; de los médicos y enfermeras; de los mineros; de los electricistas; de los estudiantes; de los pueblos y comunidades en defensa de sus territorios y recursos y en contra los megaproyectos. Estos sectores que están en constante movilización nacional contra esta política de rapiña, explotación, saqueo y despojo, deben tener en Oaxaca un referente organizado.
Reflexionar que el 6 de junio pasado dejaron de votar más de 50 millones de mexicanos contra apenas 32 millones que confundidos acudieron a entregarle legitimidad al proceso electoral para que Peña tenga ahora 376 diputados y pueda concretar su política de expoliación y miseria, esto nos debe llevar a discutir y considerar si únicamente es la salida electoral realmente la táctica del momento.
La experiencia de la lucha de la APPO en el 2006 cuya única demanda política era la salida de URO del gobierno del estado se materializó en el 2010 con el proceso electoral cuyos resultados logran terminar con más de 60 años del monopolio político del PRI. Empero los resultados electorales no expresan ni a todo el universo de fuerzas sociales, ni la verdadera correlación de las mismas.
Por todo esto y si de verdad queremos aprovechar la experiencia del 2006, debemos darnos a la tarea ahora mismo de ir aportando a la construcción de un programa político, económico y social que pueda contribuir a la consolidación de un gran referente de las fuerzas sociales que están siendo arrastradas a la pauperización y que están en permanente resistencia y en disposición de luchar.
Ahora bien, este programa debe ser un programa para la toma del poder y no debe limitarse a la expectativa electoral del 2016, ni a la del 2018, sino atravesar este calendariode manera que una posición de cuestionamiento al proceso electoral no parezca que favorece a los intereses de la clase dominante.
Esto no significa excluirnos por adelantado de la lucha electoral, pero si significa que las próximas contiendas electorales son en realidad parte de la tregua de la que hablamos más arriba. Así que, independientemente de los resultados electorales nosotros debemos ir sin detenernos, en un proceso de acumulación de fuerzas para las batallas definitivas.
Comité Regional de Oaxaca del Partido Comunista de México