El progresismo es una bandera ajena a los partidos comunistas y obreros, que tienen en todo momento la responsabilidad de concientizar y organizar a la clase obrera en favor de la Revolución Socialista.

Contribución del camarada Ángel Chávez Mancilla, Responsable de Ideología del Comité Central del Partido Comunista de México al Encuentro de Partidos Comunistas y Revolucionarios que se realiza en Lima, Perú, los días 26, 27 y 28 de Agosto.

Camaradas:

En nombre del Comité Central del Partido Comunista de México saludamos el esfuerzo organizativo del Partido Comunista Peruano y del Partido Comunista del Perú Patria Roja para la realización de éste Encuentro de Partidos Comunistas y Revolucionarios. En una carta abierta dirigida a los partidos comunistas y obreros del Continente, que estamos distribuyendo, expresamos nuestras preocupaciones con un encuentro de esta naturaleza, sobre todo porqué por “revolucionarios” se engloba a los partidos promotores de la gestión progresista, varios de ellos socialdemócratas e impulsores de la gestión neokeynesiana del capitalismo.

Camaradas:

El Partido Comunista de México por decisión de su V Congreso se separó del Foro de Sao Paulo en su XXI Encuentro realizado en la Ciudad de México el año pasado ¿por qué?

Lo hicimos sobre la base de la evaluación de la experiencia de las gestiones progresistas que tienen ya un periodo de cerca de 18 años en el gobierno de varios países de la región, y también lo hicimos porque los partidos socialdemócratas mexicanos miembros del Foro de Sao Paulo, PRD, y su escisión mayoritaria MORENA, son directamente responsables del asesinato de cinco militantes del PCM en el Estado de Guerrero, que gobernaban en la persona del criminal Ángel Aguirre. No queremos redundar en lo que ya expresamos en ese momento, sino extraer lecciones generales de la gestión progresista hoy en crisis, y no solo por las medidas agresivas del centro imperialista norteamericano, por las contradicciones interimperialistas entre EEUU-UE y los BRICS, sino sobre todo como resultado de no satisfacer las aspiraciones y demandas de la clase obrera y los sectores populares.

Más allá de retoricas y slogans, aún y cuando han buscado cobijarse bajo el socialismo, llamándolo “socialismo del siglo XXI”, lo que está en el centro del análisis es que en estas casi dos décadas no hubo la mínima modificación del modo de producción capitalista ni del Estado clasista burgués, sino por el contrario todo se viene haciendo para reforzarlos, aún y cuando se han lanzado decenas de teorías, hoy en desuso, pero todas ellas ajenas y contrarias al marxismo-leninismo; no podemos dar la espalda al hecho objetivo de que algunas de ellas si han minado ideológicamente a varios partidos comunistas y sembrado confusión en el movimiento obrero.

Aún y cuando en México en el gobierno nacional no ganó hasta hoy las elecciones la opción neokeynesiana o progresista, gobierna ya en la Ciudad de México y en varias entidades, lo que nos viene permitiendo constatar su carácter de clase y su accionar político desde el Estado y las instituciones. Tanto en programa, como en práctica gubernamental se muestra su vínculo a un sector de los monopolios con los que se reorganiza la dominación y la explotación. En el caso de la Ciudad de México se entregó el Centro Histórico al grupo CARSO de Carlos Slim, dueño de América Móvil, principal monopolio de la telefonía celular en México y América Latina, así como a otros monopolios inmobiliarios o de la construcción; en los esquemas de seguridad se entregó el diseño al exalcalde Nueva York, Rudolph Giuliani, y desde entonces se incrementaron los mecanismos represivos antipopulares, con medidas como los encapsulamientos a las movilizaciones obreras, estudiantiles, políticas, como lo demuestran las medidas de contención recientes contra los trabajadores de la educación y aquellas adoptadas contra los comunistas; para atenuar la miseria se adoptaron programas asistencialistas acompañados de rimbombante publicidad, estos programas se orientaron a la tercera edad, a las mujeres, y a los jóvenes, e iniciaron su aplicación en 1997, es decir están completando casi 20 años, y es posible afirmar que no han resuelto absolutamente nada en la base, sino paliar provisionalmente los efectos escandalosos de la miseria, como se dice, en la búsqueda de maquillar el sistema, embellecer al capitalismo. Es sintomático que al tiempo que se impulsan esas medidas populistas, en los asuntos centrales, como la crisis internacional de la economía política, la socialdemocracia y la nueva socialdemocracia cierran filas con el partido conservador (PAN) y con el liberal (PRI), partidarios de la gestión neoliberal, para las medidas destinadas a desvalorizar el trabajo, llamadas reformas estructurales, sobre todo la reforma laboral.

Es cierto que la nueva socialdemocracia (MORENA), abanderada de la gestión progresista en México, puede con su candidato ganar las elecciones presidenciales del año 2018, pero el antecedente de su gestión política conducen a un cuadro que nos permite adelantar la siguiente prognosis: el progresismo, con sus medidas neokeynesianas busca prolongar el modo de producción capitalista y la dictadura de clase de la burguesía, llevando con ello a la clase obrera a continuar bajo las banderas de la esclavitud asalariada, de la explotación y la extracción de la plusvalía, del despojo de tierras y territorios a los pueblos originarios y comunidades en favor de los proyectos minero-energéticos, y a continuar con la depauperización, de los sectores populares, con la represión.

Y es que el “mal menor” no puede ser la opción que el PCM presente ante la clase obrera y el pueblo mexicano, cuando objetivamente es el capitalismo responsable de los sufrimientos de la clase obrera y los pueblos. Por eso consideramos un enfoque teórico erróneo el combatir solo la gestión neoliberal del capitalismo, como si la gestión neokeynesiana resultara en el rumbo programático que tenemos que asumir los comunistas, dejando de lado que preserva, protege y estimula el capitalismo y sus consecuencias, tomando partido por determinados monopolios.

Sin embargo, el progresismo al gobernar ya varios países de América, algunos con importante desarrollo capitalista, si nos muestra ya generalidades que nos indican que no es un camino para la solución de los problemas profundos de los trabajadores y los pueblos, y que además es un factor de distracción que busca contener la lucha de clases para evitar rupturas revolucionarias antimonopolistas, anticapitalistas y antiimperialistas que desemboquen en el poder obrero y popular y en la construcción del socialismo-comunismo.

El fortalecimiento del capitalismo en los países progresistas

Las políticas “progresistas”, anteponiendo a la lucha por el socialismo científico la lucha por una gestión del capitalismo que intenta darle un rostro humano, amortiguan las turbulencias clasistas producto de la crisis del capitalismo, como son la profundización de las políticas antipopulares. En los países que aplican estas políticas se alivia el malestar de una parte de los sectores obreros y populares y sólo momentáneamente, pues al mantener intacta la base económica capitalista se ven sometidos a las leyes de éste y por tanto son igualmente azotados por las crisis producto de la anarquía de la producción.

Con la entrega de prebendas el progresismo logra incorporar a fuerzas obreras y populares al marco del capitalismo, fortaleciendo dicha cooptación de sectores obreros con el uso de consignas sobre la necesidad de “independencia y soberanía” de las naciones sojuzgadas por el “imperialismo norteamericano”. La relativa paz social, sumisión y hasta colaboración de los trabajadores que logran con esto, genera condiciones favorables para el desarrollo del capitalismo, concentración de capitales y desarrollo de las fuerzas productivas.

Los comunistas no podemos apoyar un gobierno burgués con la esperanza que genere mejores condiciones para los trabajadores y el socialismo, históricamente esta posición a arrastrado a los comunistas a la cola de los proyectos burgueses, así por ejemplo en México el apoyo que organizaciones de comunistas dieron a los algunos gobiernos surgidos de la Revolución Mexicana, únicamente fomentó un atraso en la toma de conciencia de la clase obrera, debilitó la lucha por el socialismo e hizo de los comunistas un apoyo del proyecto de fortalecimiento de los monopolios.

El eterno postergar la revolución socialista hizo que el estado burgués con la nacionalización de empresas fortaleciera el desarrollo de las fuerzas productivas al funcionar como “burgués colectivo”, que llevó a la burguesía nacional a ser burguesía monopolista y como tal de carácter internacional inserta en la pirámide imperialista. La nacionalización de empresas no implicó realmente que la producción estuviera al servicio de los trabajadores, pues las empresas estaban en manos del Estado y éste en manos de la burguesía. Esto sin mencionar que numerosas empresas continuaron directamente en manos de la burguesía.

Retomando esta experiencia, los Partidos Comunistas no podemos fomentar como una salida para mejorar las condiciones de la clase obrera y los sectores populares, el aumento de la productividad, la eficiencia y la eficacia en los procesos de producción, sin antes poner la producción en manos de los trabajadores, es decir sin antes destruir la propiedad privada capitalista sobre los medios de producción, esto implicaría pedir a los trabajadores que sometan sus intereses a los intereses del enemigo de clase y colaborar en el fortalecimiento de la burguesía.

Así como no damos nuestro apoyo a gobiernos de gestión burguesa, los PPCC tampoco podemos dar nuestro apoyo a proyectos económicos regionales o uniones interestatales con base capitalista, pues estos no son sino la colaboración de burguesías que buscan generar condiciones apropiadas para poder competir con grupos monopolistas y otros bloques imperialistas.

Esto acontece con la unión interestatal por ejemplo el MERCOSUR, UNASUR o el ALBA-TCP. La ecuación es simple, la suma de economías capitalistas da como resultado un bloque intercapitalista y no puede dar como resultado una alianza popular opuesta a los monopolios. ¿Qué hay de alternativo en ello? Vayamos al caso del ALBA-TCP que despierta expectativas; la presencia de Cuba, cualitativamente, por el peso económico, por las dificultades que atravesó como resultado del bloqueo imperialista, no tiene un peso económico determinante con relación a los otros países participantes que cualitativamente son países capitalistas.

Su propia base demuestra que se trata de uniones de Estados capitalistas que independientemente de si el gobierno de un Estado es liberal o socialdemócrata, independientemente de si participan Estados con gobiernos que se autoproclaman de “izquierda” e independientemente de la forma de gestión, se basan en los grandes grupos económicos y sus intereses.

El apoyo de PPCC a estas alianzas interburguesas suele sustentarse alegando el cambio de la correlación de fuerzas, pero a través de este proceso se debilitan agitaciones radicales, se favorece la integración a las aspiraciones del capital y se fortalece la posición de la socialdemocracia, de las fuerzas burguesas en general.

Los países que integran el ALBA, ante la incapacidad de competir empresas monopólicas de mayor tamaño, han impulsado los proyectos Grannacional con los cuales suman un capital mayor que les permite conformar un monopolio para disputar con otros. Así por ejemplo, ante la imposibilidad de competir con un monopolio como CEMEX, están invirtiendo en una planta cementera con capacidad de producción de 1.000.000 ton/año. Aunque los proyectos Grannacional dicen aspiran a la satisfacción de las necesidades humanas, mientras los países integrantes de estos tengan una base capitalista, lo único que se fomentará de manera segura es la acumulación de capital, pues independientemente de su nacionalidad, independientemente de que ocupen un lugar superior o inferior, el monopolio es la esencia del sistema imperialista internacional.

En el caso de los llamados gobiernos progresistas no es nada casual que el periodo de tiempo en que observamos aumento del gasto social se corresponde con el periodo de aumento en la cotización del petróleo y otros energéticos. Entre Julio del 2001 a julio del 2008 éste pasó de 24,8 dólares por barril a 132,55. Ipso facto, cuando luego comienzan éstos precios a descender hasta alcanzar el mes pasado los 44,22 dólares por barril, tenemos la explicación a los recortes, insuficiencias, y quiebras en tales proyectos, junto con la insatisfacción de los pueblos y los descalabros electorales. En América Latina, al igual que en el mundo lo que está en crisis es el capitalismo.

En la economía capitalista, con la aplastante mayoría de los medios de producción decisivos en manos de la burguesía, dedicados a la explotación de los trabajadores para la acumulación, si una gestión keynesiana cuenta como palanca para ampliar el gasto social con la renta petrolera, ésta se vendrá abajo con toda la fragilidad de dichas cotizaciones. Y es responsabilidad de los Partidos Comunistas el no permitir que a la gestión Keynesiana se le llame socialismo, se le identifique con el socialismo, si hemos de esperar que ante la bancarrota del sistema nuestra clase y los pueblos de América Latina luchen por efectivamente construir el socialismo y no por desecharlo.

Los comunistas no podemos circunscribir nuestro programa a los vaivenes de las cotizaciones internacionales de Ecopetrol, PDVSA, YPFB, Petroecuador, etc. Nuestro programa es la socialización de los medios de producción, su usufructo y gestión por la clase obrera para la satisfacción de todas sus necesidades contemporáneas, el derrocamiento del poder estatal que se opone a ello, la instauración de un poder que defienda tal medida central, etc.

Pero no es solo la cuestión de que tales gestiones keynesianas llamadas “de izquierda”, “progresistas” o “post-capitalistas”, se alcen y retrocedan al ritmo de los periodos de expansión y crisis del mercado, sino que durante tales gobiernos la cuestión fundamental del poder se ha desdibujado, mientras los instrumentos necesarios para la represión de la clase obrera, para someter a ésta a la continuidad de su explotación se han mantenido y se han usado.

Estos procesos han sembrado ilusiones, falsas esperanzas, pues finalmente han perfeccionado la maquinaria de dominación estatal, además de mantener inalterables las relaciones de producción capitalista. ¿Por qué razón los partidos comunistas y obreros tendrían que contribuir a fortalecer el sistema?

Los argumentos no resisten la prueba:

  1. Se dice que son procesos opuestos al imperialismo, ello es parcialmente cierto y generalmente incorrecto, puesto que efectivamente tienen contradicciones con el centro imperialista norteamericano, pero se han eslabonado a la Unión Europea y a la alianza interimperialista que existe entre Rusia y China, además de que han favorecido a los monopolios locales, por ejemplo en Brasil a los de la construcción y energéticos, además se han impulsado uniones interestatales de carácter capitalista. Si nos atenemos a la definición leninista del imperialismo, es la fase del capitalismo de los monopolios, esa es su principal característica, y así vemos como el progresismo los viene fortaleciendo, al tiempo que la diversificación de las exportaciones si bien reblandece los lazos de dependencia e interdependencia con el centro imperialista norteamericano simultáneamente los fortalece con la UE o los BRICS, o con el llamado comercio regional y los acuerdos que se vienen forjando. El desarrollo de los monopolios se ha dado ya en América Latina y hay países como Brasil, México y Argentina que tienen monopolios de gran tamaño que explotan a los trabajadores de otros países. Las burguesías con base en AL están integrados en el sistema imperialista, con lo que pasan a ser burguesías imperialistas de carácter mundial, y como tales disputan con otras naciones un peldaño más alto en la pirámide imperialista. Por esto, es un grave error restringir la lucha antiimperialista a la lucha contra el centro imperialista norteamericano, pues lleva a al embellecimiento de otros centros imperialistas.
  2. La lógica antineoliberal no presupone una posición por el derrocamiento de las relaciones capitalistas, sino que muy seguramente habrá de concluir en formas distintas de gestionar el capitalismo, humanizarlo.
  3. Las alianzas interclasistas con objetivos de soberanía, independencia hasta ahora han fortalecido las posiciones de sectores de la burguesía y arrojan un saldo muy negativo para la independencia de clase del proletariado.
  4. Las nacionalizaciones, estatizaciones, o las empresas públicas no constituyen en si un antagonismo con las privatizaciones en tanto que el poder estatal permanezca en manos de la burguesía y de los monopolios. Después del triunfo de la Revolución Mexicana de 1910, y sobre todo con el populismo instalado desde Lázaro Cárdenas, y hasta 1982, el Estado mexicano desarrolló un proceso de nacionalización de la industria y la economía, que llegó a controlar el 70% en manos del sector público, porcentaje que podría presentarse mucho más radical que cualquiera de los gobiernos progresistas contemporáneos, pero se trataba de un proceso de concentración y centralización del capital, que llegado el momento pudo transferirse a los monopolios privados, bajo la conducción del mismo Estado, en el contexto de la variable correlación de fuerzas internacional en el contexto de la contrarrevolución que derrocó la construcción socialista en la URSS. El único cambio favorable a los trabajadores y el pueblo será con una economía popular sustentada en la socialización de la economía, lo que presupone el poder obrero, como lo demostró la experiencia exitosa de la construcción socialista en el Siglo XX.
  5. Es cierto que el Departamento de Estado de los EEUU reorientó desde la administración de Obama una política conducida a recuperar espacios en América Latina, que incrementó su apoyo a fuerzas contrarrevolucionarias; sin embargo son los pueblos quienes han retirado su apoyo a las gestiones progresistas ante su evidente fracaso, corrupción, indefinición. Expresamos nuestra solidaridad a las fuerzas clasistas como el PC de Venezuela que luchan por una salida revolucionaria a la crisis económica y política que sufre hoy el pueblo venezolano.

En América Latina gestiones capitalistas Keynesianas no deben ser confundidas con el socialismo-comunismo, ni pueden ser colocadas por los Partidos Comunistas como banderas de la clase obrera.

En la base económica de todos los países comprendidos entre el Río Bravo y la Patagonia, existe el mercado, y éste se halla en una crisis dónde los Partidos Comunistas tienen la obligación de señalarle a la clase obrera el duro camino para una salida a su favor.

De no hacerlo seremos corresponsables en la carga histórica donde las gestiones socialdemócratas de América Latina le han abierto democráticamente la puerta al poder a la reacción anti obrera. La policía en manos del gobierno reaccionario de Argentina ya reprimió a maestros en Tierra del Fuego, la reacción en ascenso en Venezuela amenaza con usar sus posiciones en el poder legislativo para derogar las conquistas y los derechos ganados por la clase obrera, en Brasil Temer desde el día siguiente de su asunción como presidente ha desatado la represión y mandó policía a desalojar escuelas a estudiantes secundarios. O socialismo o caricatura del socialismo.

La necesidad de los Partidos comunistas

Actualmente la labor de la organización de la clase obrera bajo las banderas del comunismo, no tiene la fortaleza que requieren los choques clasistas cada vez más frecuentes y violentos. Sin la existencia de Partidos Comunistas fuertes los estallidos sociales no tienen más salida que la derrota de los trabajadores, pues los partidos comunistas somos el motor insustituible del cambio revolucionario hacia el socialismo-comunismo.

Los partidos comunistas requerimos fortalecernos y desplegar una acción conjunta, pero únicamente la claridad y la coincidencia política ideológica son base para plantear una estratégica común y elaborar nuestras propuestas programáticas y políticas para el presente momento. Esto tiene como condición que los PC recuperen las posiciones ideológicas propias del marxismo-leninismo. Con eso no queremos decir que de este Encuentro deba tener como predisposición la unidad de todos los Partidos presentes en un proyecto, que como queda dicho antes, requiere de un proceso serio de debate en que se confluya ideológica y políticamente con los fundamentos del marxismo-leninismo.

Son graves los problemas de la clase obrera de nuestros países, de los campesinos pobres, de la mujer trabajadora, de la juventud trabajadora, de los pueblos indios, de las capas medias empobrecidas como resultado de las políticas agresivas de los monopolios y de los distintos centros imperialistas. Los partidos comunistas debemos hacer grandes esfuerzos, superar nuestras dificultades y limites, para organizar masivamente a la clase, organizar desde cada centro de trabajo la contraofensiva popular. No es el momento de aislarse de la clase obrera, ni de sectarismos, ni de doctrinarismos, sino de concentrar nuestros esfuerzos para derrocar las condiciones de injusticia y de opresión que sofocan a los trabajadores y sus familias, que los condenan a la precariedad, al desempleo, al hambre, a la miseria.

Hay que ser muy claros al respecto, los PPCC tenemos por horizonte, sigue siendo a los fundadores del Marxismo en El manifiesto del Partido Comunista y luego en La ideología alemana El socialismo Comunismo y no una sociedad “poscapitalista”, es la toma del poder del estado por la clase obrera y la abolición de la explotación del hombre por el hombre al socializar los medos de producción y no una sociedad “posneoliberal”.

Por esto los PPCC requerimos un encuentro en que la posición común sea el derrocamiento del capitalismo, de forma contraria estaríamos colocándonos en la mezcla variopinta de la “izquierda”, que, en tanto expresiones burguesas socialdemócratas aspira a que abandonemos la idea del socialismo científico y nos deslicemos al apoyo de posiciones de apoyo a gobiernos o gestiones burguesas.

La fase imperialista

Para poder avanzar en el establecimiento de una estrategia común los PPCC debemos partir del análisis de la realidad presente, la cual tiene como marco más general que nos encontramos en la época del imperialismo y las revoluciones proletarias. El imperialismo es la fase superior y última del capitalismo, es el capitalismo de los monopolios.

No obstante existen organizaciones que se encuentran en la lucha general de los pueblos, y aún Partidos Comunistas que identifican el Imperialismo con la política exterior de un centro imperialista dado, de manera muy concreta con el centro imperialista norteamericano. Ello conduce a varios problemas de estrategia, y en consecuencia a varios errores que contribuyen a derrotas de la clase obrera, de la lucha de los pueblos y a perpetuar la dominación imperialista.

En nuestra época la contradicción principal sigue siendo la relación capital/trabajo y no “centro/periferia”, países dependientes o coloniales/centro imperialista; “burguesía nacional”/burguesía imperialista; o norte/sur. etc. El enemigo principal de los trabajadores y los pueblos es el capitalismo, el dominio de los monopolios ahí donde se encuentre, las grandes empresas monopólicas extranjeras tanto como las empresas con base en nuestros países. Recordemos que el pequeño capital genera gran capital, y tiende al desarrollo de monopolio, por tanto no hay pretexto alguno para apoyar las gestiones capitalistas progresistas.

Camaradas:

Se puede anticipar que el PCM no comparte los proyectos presentados como base para este Encuentro para un Consenso de América.

Queremos refutar por principio el presentado por el PT de México, un partido auspiciado por el Estado mexicano, totalmente desprestigiado entre la clase obrera de nuestro país, que parte de premisas ajenas al marxismo-leninismo, con un eclecticismo entre el llamado “marxismo crítico”, el maoísmo y el posmodernismo de izquierda, que busca la reforma de la institucionalidad burguesa, partiendo de la falsificación de la historia promovido por el anticomunismo que busca ocultar las conquistas de la construcción socialista en el Siglo XX, y que le lava la cara al capitalismo de los monopolios y sus crímenes al optar por el “capital productivo” en lugar del “financiero”. El Partido Comunista de México no suscribirá tal documento y pasará al combate ideológico abierto contra tal concepción oportunista/reformista.

Con relación a las Proyecciones para un programa político de la izquierda latinoamericana y caribeña, presentado por el Partido Comunista de Cuba, no compartimos como meta el postcapitalismo, y lo que se define que es.

En el debate concreto sobre ese tema fijaremos posición más desarrollada.

Muchas gracias.