Ante la crisis migratoria en la frontera norte
Unidad de los trabajadores mexicanos y migrantes contra el poder de los monopolios
I
El estado de Baja California, México, es punto de tránsito o refugio para miles de inmigrantes haitianos y/o africanos de países como Senegal, República Democrática del Congo, Ghana, Mali, Nigeria, entre otros. Quienes han recorrido tierra, mar y aire para solicitar el Estatuto de Protección Temporal (TPS) en Estados Unidos (EU). Han debido sobrevivir a la selva o el desierto; la frontera de Colombia y Panamá; o al Gran Lago Cocibolca, en Nicaragua, donde mujeres y hombres han fallecido ahogados o por cansancio.
Estos inmigrantes fueron ignorados por el Estado cerca de siete meses. En octubre centenas de ellos durmieron en las calles del centro de Tijuana. Esta acción obligó a las autoridades de la burguesía a improvisar albergues, primero 12 y hasta 22 en noviembre, pero en condiciones de hacinamiento, sin drenaje o agua potable, con desabasto de alimentos y sin privacidad alguna. Centenas de hombres viven además en cuarterías por tener prohibido vivir con sus familias, hacinados también en la zona norte. En Mexicali los albergues no tienen protección adecuada frente a las altas o bajas temperaturas.
A esta situación se suma que durante los ocho años de la administración de Barack Obama se han deportado a México al menos 3 millones de personas; 46 mil sólo en lo que va de 2016. Además existen miles de trabajadores y familias mexicanas desplazadas de sus pueblos en Guerrero y/o Michoacán por el secuestro, extorsión y violencia impune del narcotráfico y demás ramas del capitalismo en el llamado crimen organizado.
Los monopolios escriben la historia de la clase obrera desde un punto de vista unilateral, mistificado y criminal, en el cual la migración es un lucrativo objeto de estudio o una epopeya de sufrimiento y éxito, de la cual los imperialistas, traficantes de personas y órganos e industriales voraces son exonerados. Mientras, los inmigrantes africanos y haitianos son retenidos en centros de detención, presos de brazaletes GPS, deportados o canalizados a la explotación en Estados Unidos o México.
II
Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia, Francia, la OTAN, diversos centros imperialistas y aliados, en el contexto de una profunda crisis económica y una cada vez más furiosa competencia interimperialista, son los culpables de lo que sucede en África, Asia, Centroamérica, el Caribe, Medio Oriente, etc. Organizan invasiones, intervenciones y golpes políticos. Obstaculizan y bloquean el derecho de los pueblos a decidir por sí mismos su presente y futuro, incluso en cuanto a los más mínimos derechos.
Con ello presionan a millones para que opten por la inmigración. Existe el interés omnipotente de monopolios y las grandes empresas multinacionales por los recursos naturales productores de riqueza; las fuentes y rutas de energía; así como por la creación de un enorme ejército industrial de reserva que contribuya a la ofensiva para desvalorizar la fuerza de trabajo de la clase obrera y reanimar el ciclo de prosperidad para los capitalistas.
Hasta el año 2013 el número de inmigrantes en el mundo ascendía aproximadamente a 214 millones de personas. Se calculaba que la mitad del número total correspondía a mujeres. En su mayoría, los inmigrantes tienen como destino los países de mayor desarrollo en la pirámide imperialista: se consideraba que 50 millones se encontraban en Estados Unidos y Canadá; 75 millones de ellos en la Unión Europea.
En el caso de los inmigrantes haitianos y africanos previamente se han dirigido a países como Brasil, Chile, Ecuador, Venezuela, por ejemplo. El gran flujo de 2016, proveniente de la África subsahariana y otros, del Caribe, etc., reafirma esta tendencia por el destino intermedio o final a México. En general, confirma una ruta migratoria actual: la que ocurre hacia países que tienen un desarrollo capitalista pleno pero que se encuentran en un nivel intermedio de la pirámide imperialista.
En África los imperialistas codician las riquezas de Níger, Argelia, Chad, Burkina Faso y Nigeria, entre otros, al grado de proyectar el desmembramiento de varios de estos países; en Nigeria, Libia, Argelia, Egipto o Angola se produce el 85% del petróleo proveniente de dicho continente. África es rica en cobalto, diamantes, manganeso, oro, fosfato y uranio, al tiempo que cerca de 300 millones de personas carecen de agua potable o la expectativa de vida es de 54 o hasta 47 años por persona.
Haití se encuentra en el lugar 161 de 187 países respecto al desarrollo humano en América Latina. La mitad de la población vive con menos de 1 dólar al día, en medio del hambre, el analfabetismo y el desempleo. El promedio de vida es de 61 años. La ONU, sin el contrapeso de la URSS y el campo socialista, se descara como furiosa entidad imperialista. Ahí las tropas de la MINUSTAH ejercen proporcionalmente el dominio de los Estados y monopolios a quienes representan: Brasil, México o EU.
III
El objetivo de los diversos gobiernos y Estados es transformar a los trabajadores en esclavos sin derechos laborales, políticos y nacionales. La explotación de la fuerza de trabajo inmigrante y el abultado ejército industrial de reserva multinacional permiten degradar los derechos laborales de todos los trabajadores y obtener una ganancia superior. De la mano del acortamiento y envilecimiento de la seguridad social; la flexibilización laboral o el trabajo no remunerado.
Esto no es ni será culpa de los inmigrantes, sino del capitalismo que da pie a estas condiciones; las cuales favorecen la captación de plusvalía absoluta y/o relativa de manera excepcional. La correlación de fuerzas favorable a los monopolios frente a toda la clase obrera permite que los primeros lucren al máximo con los trabajadores inmigrantes, en parte por contar con sus familias fuera del país receptor se les impone una extensión brutal de la jornada de trabajo y de un salario irregulado.
A la desvalorización de la fuerza de trabajo de refugiados e inmigrantes contribuye sobremanera que los Estados preserven el carácter indocumentado o de regularización migratoria temporal de aquellos; que las familias migren en masa, pues el antiguo valor de la fuerza de trabajo de uno de ellos es repartido entre todos sus integrantes; y que la conformación de una población obrera superflua, no organizada y aislada, permita a los capitalistas el despilfarro de toda la clase obrera multinacional.
El capitalismo imperialista impide al obrero inmigrante incluso establecerse y vivir en familia. Comparado con las condiciones económicas de los países de origen existe cierta mejora, pero en general está condenado al sacrificio redoblado, al semi exilio, a la amenaza latente de la deportación y a la inexistencia de derechos, que el capitalismo ya no quiere reconocer sino liquidar. El margen de mejora en el capitalismo es menor y mayor es la obsesión y la práctica por la extracción de plusvalía.
IV
En un período histórico a los capitalistas les convenía cierta contratación de fuerza de trabajo inmigrante mediante convenios inter estatales. Ahora, a la vieja forma de ‘regulación estatal’ le ha sustituido plenamente una regulación también privada, pero más brutal. En esta circunstancia deciden con menos rodeos e intermediación los directamente beneficiados: agentes de contratación privados, monopolios, multinacionales, traficantes, etc.
En estas circunstancias la vulnerabilidad de los trabajadores aumenta. Cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 2015 plantean que de 20 millones de personas víctimas del trabajo esclavo o forzoso en el mundo, 9.1 millones son de origen inmigrante. El trabajo forzoso en Estados Unidos, impuesto por agencias privadas de contratación y las patronales, arroja 21 mil millones de dólares en ganancia anuales. Estas agencias son auténticas pirañas subcontratadoras o del outsourcing.
Las subcontratadoras son modernas herramientas para doblar a la clase obrera y desvalorizar su fuerza de trabajo. Son parte fundamental del andamiaje que transforma la migración en una importación sin costo de esclavos asalariados. Además de la simbiosis entre monopolios, Estado y crimen organizado. Las multinacionales de la trata de personas obtienen amplios beneficios de la inmigración. En el caso que nos ocupa, el cruce migratorio inter-continental asciende a los 10 mil dólares por persona.
En el trato a los inmigrantes, los gestores socialdemócratas y neoliberales del capitalismo no son distintos unos de otros. Los socialdemócratas en Nicaragua cierran la frontera para ampliar el lucro. En Bolivia, Chile, Ecuador y sobre todo en Brasil los gobiernos progresistas extendieron visas humanitarias para africanos y haitianos, pero con regularización migratoria temporal; apartir de lo cual laboraron en ramos como la construcción, en el contexto de las Olimpiadas en Río y el Mundial de Fútbol de 2014.
El desempleo, la profundización de la crisis económica y la sustitución de un gobierno de ‘izquierda’ por otro de ‘derecha’ por parte de los monopolios en Brasil, creo condiciones para desechar miles de trabajadores inmigrantes sin costo alguno. La incertidumbre; la imposibilidad de sostener a sus familias dentro o fuera del país receptor; y los cantos de sirena de los monopolios en México y Estados Unidos produjeron y multiplicaron la gran oleada migratoria que ocurre hoy día en nuestro país.
El Estatuto de Protección Temporal (TPS), amparo humanitario vigente en Estados Unidos, autoriza provisionalmente algunos programas sociales y un visado de trabajo, pero sin derechos laborales y sin derechos políticos. Actualmente el Estado de los monopolios en Estados Unidos conserva a mujeres y niños, expulsa y deporta algunos inmigrantes varones, pero conserva a otros siempre bajo la amenaza de la deportación y de esclavitud con guiños medievales.
Este estatuto y todo amparo humanitario son una fórmula a la medida de los monopolios, permite acopiar fuerza de trabajo inmigrante sin ninguna responsabilidad de las patronales. El ‘amparo humanitario’ es útil al auge de ramas industriales, al desarrollo de los monopolios y a la necesidad del rápido relevo de generaciones obreras. El ‘humanitarismo’ es solo para trabajadores cuya sobrevivencia a un proceso de selección brutal comprueba su aptitud física e intelectual para la superexplotación.
V
Los monopolios en México han presentado la migración haitiana y africana como un hecho intempestivo y sorprendente; mienten y engañan, como si en nada tuvieran que ver. Al mismo tiempo, raudos y con secrecía ponen manos a la obra para sobreexplotarlos. Todos los capitalistas involucrados en el negocio millonario de la inmigración convierten a los países de tránsito y destino en grandes bodegas, al tope de inmigrantes en espera de trabajo. Eso por sí solo es obligatorio y lucrativo para los capitalistas.
Al igual que en Chile, Bolivia, Ecuador, Brasil y Estados Unidos, la zona industrial de Mexicali y Tijuana en México presenta la peculiaridad de un desarrollo capitalista para el que la fuerza de trabajo existente, cuantitativa y/o cualitativamente, no está acorde a las necesidades de los monopolios y las multinacionales. La burguesía criminal de México y Estados Unidos por ello ha aglomerado trabajadores inmigrantes por medios legales e ilegales, con la intervención o anuencia de sus Estados.
No es casual la inmigración de hoy, el principal promotor directo o indirecto de ella son los capitalistas. En Estados Unidos el TPS lo atestigua. En México, sólo con el paso del tiempo ha ido quedando claro que los monopolios y las multinacionales de la industria maquiladora exportadora del noroeste se abastecerá de estos trabajadores sin siquiera haber construido un albergue con condiciones dignas, sin garantizar educación, salud, pues esto va acorde a sus propósitos de máxima ganancia.
Según Canacintra y organismos empresariales en Tijuana existen 15 mil vacantes en la industria maquiladora. Según la Asociación de la Industria Maquiladora y de Exportación - INDEX, Baja California y Sonora tendrían un déficit de 60 mil trabajadores. Recientemente, INDEX ha firmado un convenio para emplear a trabajadores inmigrantes haitianos y africanos en las ramas de la industria manufacturera de mayor auge: productos médicos, industria aeroespacial, etc.
Esta moderna importación directa o indirecta de trabajadores, bajo las reglas de los monopolios, es evidente. En Tijuana actualmente existe un boom de la construcción de rascacielos comerciales y habitacionales de lujo. Así como el trazado y los trabajos para constituir la infraestructura de la ruta troncal, modernización del transporte público que a instancias del Estado ha configurado un monopolio en esta rama. Además, a unos kilómetros, una enorme planta desalinizadora se instala en Rosarito.
En Ensenada, en sus distintos valles, existe una poderosa agroindustria, cuya producción para la exportación se basa en las condiciones precarizadas de sus trabajadores y está presionada por la lucha de los obreros agrícolas; En Mexicali existen mega proyectos como el de SuKarne y la nueva planta del Grupo Modelo-Anheuser-Busch InBev. La manufactura es una de las ramas de mayor crecimiento en los últimos 3 años sobre todo en Tijuana, Baja California.
Los monopolios en Baja California tienen ventajas: la inexistencia de referentes sindicales de la clase obrera; el dominio del sindicalismo corporativo; así como la corrupción y erosión de organizaciones populares o que incluso se denominan revolucionarias mediante la colaboración con el Estado en la gestión social, lo que las ha transformado en organismos domados, integrados y auxiliares: por la vía de los hechos son OSC’s y ONG’s del techo, la vivienda, la canasta básica, el servicio público, etc.
El Estado de los monopolios en México se ha puesto en marcha de diversas formas para colaborar activamente en el reclutamiento de los trabajadores inmigrantes haitianos y africanos para ramas de la producción en Baja California. Se apoya en el Programa Especial de Migración 2014-2018, que confirma el carácter indocumentado de los inmigrantes haitianos y africanos. Esto se suma a la explotación masiva en Call Centers de trabajadores mexico-americanos, deportados de Estados Unidos.
Para explotar brutalmente a trabajadores indocumentados de Haití o del continente africano, los monopolios se apoyan en empresas subcontratadoras como Grupo Soluciones Empresariales. A través de este tipo de empresas outsourcing se contrató a inmigrantes haitianos y/o africanos para la remodelación en Tijuana del edificio del Poder Judicial de la Federación o las grandes obras subterráneas en el centro de la ciudad.
Para explotar brutalmente a los trabajadores inmigrantes los monopolios se apoyan también en los representantes de los monopolios (PRI, PAN, PT y Morena, entre otros), así como en grupúsculos xenofóbicos, racistas, fascistas y neo-fascistas, aunque no sólo en ellos. Todos eslabonados unos con otros en la tarea de imponer las condiciones más adversas de opinión, unidad y trabajo a la clase obrera que vive o migra a Baja California.
VI
Los representantes capitalistas en México han calumniado a la clase obrera inmigrante, como lo hacen respecto a la que ha nacido en México. Entre los caballeros del odio contra los trabajadores se encuentra uno que en particular articula en su opinión y relaciones políticas y empresariales los vínculos entre los monopolios representados por el PRI, el PT y Morena: Marco Antonio Blázquez. Sumado al coro de viejos zorros de los monopolios como Ernesto Ruffo Appel, Blázquez ha ido más allá.
En octubre este representante socialdemócrata hizo gira por Baja California. Respaldó la política discriminatoria del Estado burgués, exigió despejar Tijuana y Mexicali de los inmigrantes: deportarlos o concentrarlos en centros de detención. Esta opinión social fascista animó una campaña xenofóbica, fortaleció la negativa a derechos y dio pie a confinar a los inmigrantes en albergues remotos. En este marco los grandes pulpos de los medios masivos de comunicación sacaron a la luz grupúsculos fascistas.
Sacados a pasear como perros rabiosos en defensa de sus amos, estos grupúsculos agitan en Baja California y México por la expulsión inmediata de los inmigrantes, la aplicación de la política nazi del reasentamiento y el asesinato de los inmigrantes haitianos y africanos. Están vinculados políticamente con el sindicalismo blanco de protección a los industriales de la maquiladora de exportación (FOSIM, CROM) en Baja California. Es a los monopolios a quienes, como siempre, sirven.
Además de socialdemócratas, nacionalistas, fascistas o neo-fascistas, los monopolios tienen otros aliados en el tema de gestionar a su favor el flujo masivo de inmigrantes foráneos, deportados de EU y desplazados internos. No son otros que las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) u Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC). Las cuales han formado en Tijuana el Comité Estratégico, que administra los 22 albergues existentes en Tijuana. O, a su manera, espacios similares en Mexicali.
Las OSC’s son gestores del acceso empobrecido a la salud, educación y alojamiento por parte de inmigrantes, deportados, eventuales o trabajadores por cuenta propia. Por su conducto los monopolios descargan en las comunidades domésticas de familiares, amigos, obreros o trabajadores en los países de origen y/o recepción (Haití y México, por ejemplo) la reproducción como fuerza de trabajo de estos inmigrantes. Transforman las conquistas de los trabajadores en dádivas y simple caridad.
Las ONG’s y las OSC’s son funcionales al capitalismo. Interlocutores a modo, pues a través de estas organizaciones, como el Comité Ciudadano en Defensa de Naturalizados y Afromexicanos, los monopolios visitan albergues apretujados y sugieren e imponen sus condiciones lamentables a los trabajadores. En este caso, su oferta es que desistan de solicitar el TPS en Estados Unidos y permanezcan en México, para alquilarlos convenientemente como fuerza de trabajo desechable.
VII
Los monopolios a través de sus hilos y fuerzas pretenden y buscarán hacernos creer a los trabajadores, a la clase obrera, que las cada vez más difíciles condiciones sociales en las que viviremos son culpa de los inmigrantes haitianos, africanos y de otros miles por venir. Sabemos por amigos o familiares de las calamidades vividas en la inmigración, somos hermanos de dolor, pero por encima de todo somos hermanos de clase. Entre nosotros no está el enemigo. El enemigo es el capitalismo de los monopolios.
Los trabajadores no podemos aceptar como una solución que los inmigrantes sean obligados a permanecer en la ilegalidad o bajo las condiciones adversas de la regularización migratoria temporal. Tal cual los monopolios han impuesto en Chile, Ecuador, Brasil, Estados Unidos y ahora en México. Ningún centro imperialista es humanitario. Todos los trabajadores, más allá de nuestro idioma, cultura, religión, color de piel o nacionalidad, exigimos y debemos contar con derechos políticos y sociales.
Los trabajadores nativos o inmigrantes no debemos aceptar el altruismo y la caridad que nos quieren imponer los monopolios y sus agentes. Debemos combatir por la dignidad; y con todas nuestras fuerzas contra opiniones y formas de organización fascistas, la discriminación, racismo y xenofobia. Estrechar la solidaridad, amistad y organización entre todos los trabajadores, que los partidos de los monopolios no nos encarrilen en disputas en las que se juegan su porvenir a nuestras costillas.
La situación de los inmigrantes africanos y haitianos es un espejo en el que nos podemos ver los trabajadores nacidos o que hemos sido acogidos por México: en la realidad carecemos de derechos sindicales, culturales o políticos. Los monopolios fueron obligados a aceptarlos en otro tiempo; el ahora contar efectivamente con ellos depende de nuestra unidad y organización; de arrancarlos en la calle y en el centro de producción; de claridad política y en primer lugar de nuestra lucha contra el capitalismo.
En Tijuana y Mexicali los comunistas consideramos que los y las obreras debemos organizarnos para obligar al Estado y las patronales a construir albergues y comedores dignos, laicos y amplios; nuevos hospitales públicos y gratuitos; nuevos hospitales del IMSS; acceso para todos a la seguridad social, vivienda, salud y educación; permanencia garantizada en empleos; y todos aquellos derechos que mejoren nuestras condiciones de vida y nos impongan colectivamente a la voracidad de los monopolios.
Pero esto no basta y no será concesión de AMLO u otros figurines que los monopolios levantan para hacernos creer desde ya que nuestro futuro depende de su nacionalismo, honradez, benevolencia o misericordia; tal y como cuando la nobleza y la monarquía hacían creer al siervo y al campesino que estaban condenados a la pasividad, la servidumbre y la mendicidad. La burguesía está podrida y es incapaz de garantizar alimento, calzado, cultura, vivienda o educación a todas las obreras y los obreros.
Las normas, leyes o disposiciones vigentes que a nivel mundial reconocen los derechos de los trabajadores inmigrantes son producto de cuando la clase obrera construía masivamente el socialismo. Son resultado de la existencia de la URSS, de Cuba revolucionaria, del campo socialista. Ahora, que la contrarrevolución se ha impuesto temporalmente, los trabajadores no sólo vivimos enajenados, divididos, sobreexplotados y encerrados en nosotros mismos, sino cada vez más míseros y sin derechos.
La alternativa es la unidad y organización multinacional de todos los obreros en nuestros países. La inmigración de país en país; el voto y la confianza en la democracia burguesa y su ‘humanitarismo’; los enemigos de la clase obrera que buscan someternos a los designios de los monopolios; la mejora relativa y temporal, no pueden ser nuestra opción definitiva. La opción fundamental es el fortalecimiento del Partido Comunista de México, el Poder Obrero, el socialismo-comunismo.
¡Proletarios de todos los países, uníos!
El Comité Regional del PCM en Baja California