La violencia es de género y de clase

Declaración del Comité Regional Puebla-Tlaxcala del PCM

La violencia contra las mujeres no es un fenómeno nuevo, pero su manifestación en formas más violentas e impunes aumenta en forma alarmante. Y quienes la sufren en mayor proporción son las mujeres proletarias, que viven en zonas rurales empobrecidas o en periferias urbanas marginadas, expuestas a la opresión machista porque no cuentan con medios económicos o preparación profesional que les permita enfrentarla, que deben migrar de sus comunidades para acceder al estudio o el mercado laboral, en suma, las que son parte de familias trabajadoras sin otros medios que el fruto de su trabajo.

Esta violencia tiene en su raíz al sistema capitalista en que vivimos, que convierte a mujeres y hombres trabajadores en una mercancía más, cuyo valor debe ser extraído en la forma más eficiente para la generación de ganancia, así sea por medio de la explotación laboral o sexual, la trata de personas, la esclavitud, el tráfico de órganos, etc. El desbordamiento de la crisis sistémica golpea terriblemente a las familias trabajadoras, pero en especial afecta a sus mujeres, niñas y jóvenes. No sólo deben sacar adelante a sus familias con raquíticos salarios, sino enfrentarse sin protección alguna del Estado a la delincuencia y descomposición social que brota aparejada con el deterioro del nivel de vida de la población en general. Si hoy es un riesgo ser mujer, el riesgo se duplica si se es mujer y se es pobre.

¿A quién le importan las niñas, jóvenes y mujeres trabajadoras? Para el Estado capitalista los derechos y la vida de las mujeres trabajadoras no tiene importancia alguna. En Puebla y en México, frente a la violencia cometida contra las mujeres y niñas ya sea por individuos machistas o por delincuencia organizada, las víctimas además enfrentan cuando menos la negligencia sistémica de la estructura policíaca y judicial, los prejuicios machistas, y en muchos casos hasta la abierta complicidad y protección de los victimarios por la maquinaria policiaca y judicial corrupta en todos los niveles. En este estado se destinan fondos millonarios a fortalecer las inversiones de los grandes monopolios, se derrama dinero público en obras que al tiempo que enriquecen a empresas privadas pretenden promocionar la imagen de Rafael Moreno Valle como el gobernante de un estado próspero y seguro, pero no existe tutela del Estado ni se destinan suficientes recursos públicos para garantizar la vida, los derechos y la protección de las niñas, jóvenes y mujeres trabajadoras. Los cuerpos vejados y masacrados de las niñas y las mujeres continúan apareciendo, 6 tan sólo en la segunda semana de Octubre, 69 ya en lo que va de 2016; en muchos casos sus nombres ni siquiera alcanzan más allá del espacio de la nota roja, y la epidemia va en aumento pues frente a la negligencia y complicidad criminal del Estado los acosadores, abusadores y asesinos se saben impunes.

Es necesario que las mujeres nos organicemos, que se estrechen fuertes lazos de solidaridad en nuestras calles y comunidades, centros de estudio y de trabajo, y es necesario también que tomemos conciencia de que la sangre derramada por niñas, jóvenes y mujeres trabajadoras es alimento de este sistema criminal, machista y corrupto, por lo que es necesario erradicarlo definitivamente para alcanzar una vida realmente libre de prejuicio, sufrimiento y violencia.

¡Proletarios de todos los países, uníos