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Los desafíos actuales del Movimiento Comunista Internacional

 

Contribución presentada por el camarada Héctor Maravillo

Miembro Suplente del Buró Político del CC del PCM en el

Seminario organizado por el Partido Comunista Brasileño en ocasión del

Centenario de la Gran Revolución Socialista de Octubre.

 

Agradecemos al Partido Comunista Brasileño su invitación para participar en el Seminario Internacional “Revolución Rusa. Balances y perspectivas del socialismo para el siglo XXI”; y particularmente para compartir nuestras posiciones respecto a “Los desafíos actuales del Movimiento Comunista Internacional”.

 

Durante los últimos 10 años, venimos viviendo un momento histórico marcado por la crisis económica internacional. Pese a los repuntes de la economía en ciertas regiones, y los reflujos en otras, continúan los efectos de la crisis de sobreacumulación y sobreproducción del capital.

Derivado de ello, se puede observar una feroz ofensiva de la burguesía en contra de la clase obrera y las capas populares, para cobrarles a éstas la factura de la crisis. En el plano económico, la ofensiva del capital ha significado una política sistemática para reducir los derechos y las concesiones que aún gozaba la clase obrera, a fin de aumentar la cantidad y la proporción de plusvalía extraída. Esta ofensiva económica, tiene su reflejo político en el aumento de la represión y la violencia abierta en contra del movimiento obrero y popular; que va desde el crecimiento del paramilitarismo, hasta el crecimiento de los grupos ultranacionalistas y fascistas. En general, existe un endurecimiento y una tendencia a la reacción de todos los estados capitalistas, independientemente del tipo de gestión que tengan.

La crisis capitalista también ha causado la agudización de la lucha intermonopolista e interimperialista por la sobrevivencia del más fuerte. Se acentúa la tendencia a la centralización y la concentración del capital, colocando a grandes sectores de la pequeña burguesía en camino a la proletarización. A sí mismo, las contradicciones entre los polos imperialistas también se profundizan, y escalan de la lucha diplomática y mercantil, a una lucha militar indirecta como se puede observar en los conflictos recientes en Siria, Ucrania, el Mar de China y el cuerno de África. Dado el desarrollo desigual del capitalismo, la crisis económica sirve de catalizador de la lucha por repartirse el mundo entre las potencias imperialistas viejas y nuevas. Se cierne sobre la humanidad, nuevamente la amenaza de una guerra imperialista abierta e internacional.

Una nueva correlación de fuerzas se apuntala derivada de la crisis del capitalismo. La ofensiva de la burguesía y la agudización de las contradicciones imperialistas se hacen patentes.

Ante este escenario, se hace necesario oponer a la fuerza mundial de la burguesía, la fuerza internacional de los trabajadores; oponer al capitalismo la lucha decidida por el socialismo-comunismo. Hace falta pasar a la contraofensiva. Esto requiere evidentemente, de un movimiento obrero fuerte, guiado bajo sus propias banderas clasistas, junto con la solidez política y la claridad ideológica de su Estado Mayor, los Partidos Comunistas.

Justamente eso es el principal desafió que tiene frente a sí el Movimiento Comunista Internacional actualmente. Y para poder cumplirlo hace falta lograr una estrategia común a nivel internacional.

Nuestros Partidos Comunistas contribuyen en ese rumbo a partir de diversos instrumentos, como lo ha sido desde 2009 la Revista Comunista Internacional, o como actualmente es este mismo seminario en el que nos encontramos, los intercambios bilaterales o multilaterales dirigidos a enriquecer experiencias en el trabajo obrero, sindical, de la juventud, del trabajo por la emancipación de la mujer, en el frente ideológico, etc.

Establecer una estrategia común, implica identificar cuáles son las fuerzas fundamentales de la revolución, cuáles son sus aliados y determinar correctamente hacia donde debe ser dirigido nuestro trabajo. Abstrayendo las particularidades, y los elementos accesorios de las argumentaciones, el debate sobre este punto es la columna vertebral de las diferencias en el seno del Movimiento Comunista Internacional. Hay quienes consideran que el principal “aliado” de la clase obrera en este periodo, son ciertos sectores de su burguesía a lo interno, y algún polo imperialista (principalmente los BRIC) en lo internacional. Dirigiendo el golpe principal contra el polo imperialista contrario (primordialmente los Estados Unidos) y contra otros sectores de la burguesía, cubiertos ideológicamente bajo el manto de “la derecha”, “el fascismo”, etc.  Y estamos los que pensamos, por el contrario, que el golpe principal debe dirigirse contra la burguesía de cada uno de nuestros países en su conjunto, no para gestionar junto con ella el capitalismo, sino para desaparecerlo.

El argumento más recurrente en contra de ésta última posición, es el que apela a la cuestión subjetiva, a la debilidad organizativa e ideológica de la clase obrera para tomar el poder, como justificación para aplazar la organización de esta tarea indefinidamente. Estos argumentos, son muy parecidos a los que ya a finales del siglo XIX planteaban los seguidores de Bernstein. Es justamente el intento de subordinar la estrategia a la táctica, como paso anterior a enterrar por completo la estrategia.

Como bien señalaba Lenin, para poder establecer una estrategia correcta, no basta con conocer las circunstancias nacionales, es necesario contextualizar esas particularidades en el marco general de desarrollo del capitalismo. Es decir, en caracterizar adecuadamente el carácter del periodo en el que nos encontramos, como previo para caracterizar la revolución que buscamos organizar.

Desde hace más de un siglo, el capitalismo llegó a una etapa de desarrollo imperialista al convertirse en capitalismo de los monopolios. Las características que enumeraba Lenin en su conocida obra, correspondientes a un puñado de países, ahora podemos ver que cubren al mundo entero. Insistimos, retomando las enseñanzas de Lenin, que el imperialismo no es un concepto para clasificar a los países, sino una categoría para caracterizar el periodo de desarrollo actual del capitalismo, que ha sido interiorizado por todas las economías capitalistas en el mundo, independientemente del grado de desarrollo particular de capitalismo en cada país.

El elemento del imperialismo que queremos resaltar es el que muestra que el desarrollo de las condiciones objetivas posibilitan el transito al socialismo. La concentración y centralización del capital, no es más que la cara económica del proceso de socialización de la producción y la agudización de su contradicción con la apropiación privada de este proceso. La economía en países como México, que no se encuentran ni siquiera en la cima de la pirámide imperialista, muestra todos los elementos necesarios para la organización planificada de la economía sobre la base del socialismo, sin ninguna etapa intermedia para el famoso “desarrollo de las fuerzas productivas”, el capitalismo se ha encargado ya de ello durante todo el siglo anterior.

Como diría los camaradas Lenin y Stalin, nos encontramos ante la época del paso del capitalismo al socialismo, la época de la Revolución proletaria mundial, de la que hablaba el VI Congreso de la Internacional Comunista.

Esta conclusión evidente para todos los y las comunistas del siglo XX, fue renegada u ignorada por muchos, tras la contrarrevolución en la URSS y el bloque socialista. Es por ello que es tan importante comprender las razones reales de este proceso. Coincidimos con el planteamiento de los camaradas del KKE en su 18 Congreso, que la raíz de la contrarrevolución debemos buscarla en las profundidades de los cambios económicos ocurridos en el campo socialista, que llevaron al debilitamiento del centralismo económico y la planificación, y la introducción de relaciones mercantiles, de las categorías capitalistas y finalmente la generalización de las relaciones propiamente capitalistas. Son estos procesos los que permiten entender las contradicciones en el seno del PCUS y de otros partidos comunistas en el poder, junto con la debilidad ideológica creciente. Una vez comprendido este elemento, puede decirse con total certeza que el retroceso temporal de la URSS y del socialismo en Europa del Este y otros países de Asía y África, en ningún caso refutan la caracterización de la etapa en que vivimos.

Hoy, en el siglo XXI, existen las condiciones objetivas necesarias que hacen posible el socialismo, como primera etapa del comunismo. Esto pone la organización de la Revolución socialista en el orden del día. Justamente el papel de los Partidos Comunistas es organizar y conseguir que el factor subjetivo se empareje con las condiciones objetivas existentes. Es la labor de las y los comunistas organizar y hacer que esa posibilidad pueda convertirse en realidad. Sólo a la luz de este objetivo y de esta caracterización del periodo, tiene sentido, al menos bajo el materialismo histórico, plantear el estudio de la correlación de fuerzas y definir la táctica adecuada y concreta.

Se cumplen 100 años de que esta posibilidad pudo materializarse y consolidarse. Sobre los restos de una sociedad con bastantes residuos feudales y pequeñoburgueses, pero con una pujante industrialización y ampliación de relaciones capitalistas, fue forjándose la dictadura del proletariado y la economía socialista. 100 años de que la Gran Revolución Socialista de Octubre mostró al mundo que el socialismo era una realidad histórica.

Después de 100 años, el mundo ha cambiado profundamente. Pero esos cambios, pese a todo lo que pueda decir en la academia burguesa, no ha hecho más que confirmar las tesis leninistas sobre el imperialismo. La interdependencia de los países es ahora innegable, el entrelazamiento del capital y el trabajo, que en la época de Lenin sólo abarcaba unas cuantas industrias (petrolera, energética, ferrocarrilera, etc.), ahora lo es todo, o casi todo. Hasta la mercancía más insignificante implica el trabajo de obreros en otras partes del mundo, y enlaza a las burguesías en un entramado sumamente abigarrado. Pero ya no sólo se trata de los monopolios de las grandes potencias imperialistas; sino también nuestros países han desarrollado sus propios monopolios, que buscan competir en la palestra mundial. Más débiles, sí, pero monopolios de nivel internacional al fin y al cabo.

Ligada a esta discusión se encuentra el tema de la supuesta burguesía “nacional”, como potencial aliada de la clase obrera en nuestros países. Pero seguir hablando de tal burguesía nacional, es retroceder en el tiempo un siglo, como si el capitalismo no se hubiese desarrollado. Aún para principios del siglo XX, esa discusión ya había sido saldada en los últimos congresos de la Internacional Comunista. La burguesía nacional que alguna vez existió se transformó en una burguesía monopolista. Nuestra “burguesía nacional” ahora son los monopolios como America Movil, Cemex, Vale, Odebrecht, Grupo Santander. La burguesía nacional de hace un siglo, es el capital monopolista “nacional”, es justamente, nuestro enemigo más claro y directo.

También queremos colocar el asunto de las estrategias que sitúan programáticamente las etapas intermedias, en la lucha contemporánea; las lecciones son extraíbles en el actual periodo, por ejemplo, con relación al progresismo, que tras 20 años de ejercicio gubernamental no deja ya lugar a dudas: se trata de gestiones capitalistas. La posibilidad de convertirse en procesos que se orientaran en dirección revolucionaria quedó atrás, pues finalmente queda claro que no sólo tratan de preservar al capitalismo, sino de alinearse en nombre de la multipolaridad con los BRICS, y que en ello chocan de frente con EEUU, lo que les da una apariencia antiimperialista (solo contra el centro imperialista norteamericano) pero no una esencia antiimperialista. El asunto colocado para el movimiento comunista de nuestro Continente es el de subordinarse a esos procesos, como ya lo hacen varios partidos comunistas a través del Foro de Sao Paulo y el Consenso de Nuestra América o mantener la perspectiva por la Revolución y el Socialismo, tomando en cuenta la base objetiva de los límites del capitalismo y sus antagonismos inherentes.

Los problemas y los retos actuales del Movimiento Comunista Internacional son muchos y demasiado necesarios de resolver para cumplir nuestra responsabilidad histórica con nuestra clase. La necesidad de una estrategia común, y con ello, de una claridad política basada en el estudio de nuestra realidad a la luz del marxismo leninismo, nuestro objetivo más directo. Consideramos que es posible conseguirlo, reforzando la discusión fraternal y la coordinación conjunta, como ha venido desarrollándose hasta el momento.

Finalmente, queremos reiterar el agradecimiento a todos y todas las camaradas del Partido Comunista Brasileño, un partido hermano en América Latina, quien se ha caracterizado por su lucha en contra del reformismo y todos los intentos por desviar la lucha por el socialismo de las fuerzas oportunistas. Un saludo grande a este seminario, a todos los participantes, en estos 100 años que se conmemora la Gran Revolución Socialista de Octubre, que más que una fecha de nostalgia es una fecha que pone en la mesa la vigencia de la Revolución Socialista como la tarea de la clase obrera en nuestros países. Muchas gracias camaradas.