El partido comunista es la fuerza insustituible de los cambios revolucionarios

Intervención del camarada Pável Blanco Cabrera, Primer Secretario del PCM en el III Festival de El Comunista.

Camaradas:

Estamos aquí, en el Festival de nuestro órgano central, para proclamar con alegría y optimismo los 20 años de lucha de nuestro Partido, el Partido Comunista de México.

La atmósfera de los primeros años de la construcción partidaria fue a contracorriente, en un mar de dificultades. En tropel y masivamente, se daba el deslinde de las ideas revolucionarias y la abjuración al marxismo-leninismo, y filas de excomunistas nutrían el proyecto populista y socialdemócrata del PRD. Ya entonces los comunistas advertíamos la naturaleza de clase de ese partido, y su rol funcional a la dominación burguesa y al orden capitalista; recordamos cómo se nos presentaba al “partido del 6 de Julio”, la “novedosa unidad de la izquierda”, “el partido de los movimientos sociales”, y a la “transición democrática” como el objetivo crucial. Hoy es posible hacer el balance, pues son los mismos rostros de ayer, Jesús Ortega, Pablo Gómez, Amalia García, Carlos Navarrete entre otros muchos, los que hoy figuran como corresponsables de gobiernos represores, genocidas y colaboradores de las políticas de choque de Peña Nieto, de las reformas estructurales y del más grande atentado contra la clase obrera, la reforma laboral.

Entonces nos decían que no hacía falta un instrumento de la clase obrera, sino una casa común para todos los ciudadanos, olvidando el principio marxista de que la anatomía de la sociedad civil hay que encontrarla en la lucha de clases.

El TINA (There Is Not Alternative) reaganiano y tatcherista era tan sofocante, que de los escombros del Muro de Berlín surgía la renuncia a las ideas, a las identidades, a las historias, a los principios, a los nombres. En nombre de la democracia, se declaraban canceladas y arcaicas las propuestas justicieras y emancipatorias. En coro se renunciaba al comunismo.

Y nosotros decidimos caminar en una dirección contraria. No era un acto de fé. No era solamente la insubordinación frente a los nuevos inquisidores. Era la convicción fundada en la crítica marxista al capitalismo, en la cosmovisión científica del mundo y de la vida que nos proporciona la ideología del proletariado, y la determinación de la XI tesis sobre Feuerbach: Transformar al mundo.

Entonces se decidió que nos empeñáramos en tres tareas: la crítica al capitalismo, la crítica a la ideología de la Revolución mexicana, y la crítica científica a las causas que llevaron a la derrota temporal de la construcción socialista.

Y empezamos a construir Partido, contra viento y marea. Con pequeñas reuniones, en condiciones complejas, con debates profundos, muy autocríticos. Merodeaba el “marxismo crítico”, el “marxismo occidental”, la absolutización de la democracia, la hermenéutica. Por un Marx sin “ismos”, afirmaban algunos que hoy ya no están aquí, sino que hoy andan en MORENA u otras opciones de gestión gatopardistas del capitalismo.

El PCM fue fortaleciendo sus características y su identidad comunista, las cuales se expresaron vigorosamente en nuestro IV y V Congreso, después de que salimos de ese pantano que significó el intento de unidad con el PRS, un gravísimo error que hace 4 años quedó en el pasado.

El PCM tiene una respuesta a las causas que posibilitaron el derrocamiento contrarrevolucionario de la construcción socialista en la URSS, que tiene que ver con la pretensión de hacer coexistir relaciones socialistas con relaciones mercantiles. Socialismo y mercado son incompatibles, de tal modo que o se elige el camino de la revolución o el de la contrarrevolución.

Armados con ese enfoque, nosotros no caemos en la vergonzante tabula rasa que se deslinda de la construcción socialista en el siglo XX. Nosotros asumimos como positivas las experiencias del poder obrero en la URSS y en el campo socialista y las reivindicamos. Es tangible e irrefutable que se construía un mundo nuevo donde la clase obrera decidía, con un nivel de vida superior, con ritmos de desarrollo impresionantes, con pasos concretos para la emancipación de la mujer, con grandes mejoras en la educación, la cultura, la recreación, el tiempo libre, como derechos sociales. La construcción socialista en la URSS es nuestro norte.

Marx en El Capital habla muy poco del valor de uso y se concentra en el valor de cambio, pero no porque concediera poca importancia al primero; al contrario, es lo fundamental en la nueva sociedad. Los comunistas en nuestra propuesta debemos presentar férrea oposición a las relaciones mercantiles.

El asunto del poder fue asumido por el PCM cuando los más lo consideraban inviable, y en ese asunto la reflexión partidaria abarcó varios años y se hizo permanente. El socialismo-comunismo no lo vemos a la distancia, en el horizonte histórico, sino como el elemento alrededor del cual articulamos nuestra estrategia y metas objetivas. Vivimos la época de la revolución social, de la transición del capitalismo al socialismo abierta por la Gran Revolución Socialista de Octubre. El capitalismo se agotó, llegó a sus límites históricos. Hoy la barbarie capitalista, con una crisis económica sin par, con el desempleo, la precariedad laboral, la pauperización de la familia obrera se empata con las lacras de la descomposición civilizatoria, y como resultado natural con la posibilidad latente de una guerra generalizada en el corto plazo.

Camaradas:

Hace dos meses concluyó el V Congreso del PCM, donde aprobamos un nuevo Programa que sitúa a la Revolución socialista como tarea inmediata de la clase obrera en nuestro país, y también señalamos que existe una tendencia creciente a la insumisión, con datos duros que constatan nuestra apreciación. Previmos un escenario de agudización del conflicto socioclasista e indicamos que estábamos a contrarreloj en materia organizativa.

11 días después de concluido el Congreso del Partido se produce el genocidio de Iguala, el asesinato de varios normalistas y la desaparición de otros 43. Ello desató una respuesta popular masiva, como nunca en la historia de los últimos 70 años de México.

Es un acto de terrorismo de Estado contra el pueblo trabajador en el que se encuentran involucrados todos los mecanismos de control social, todos los partidos registrados. Claramente están comprometidos con ese crimen el PRD, el PRI y MORENA. Todo el sistema político mexicano está desacreditado y hay una crisis del conjunto del Estado. Las correas de la dominación burguesa se han vuelto inservibles y nos encontramos frente a una situación política nueva que confirma adelantadamente nuestra prognosis congresual.

Ayotzinapa es la gota que derrama el vaso. No sólo frente a las represiones estatales y la violencia cotidiana que vive el pueblo. Es la suma de todo el asalto del capital contra la clase obrera y los intereses populares. ¿O acaso alguien se creía el mito de la ideología burguesa de que éste es el país del nunca-pasa-nada, de los agachados? ¿Acaso se pensaba que los ataques a los derechos laborales y sindicales, a los derechos sociales, a las libertades democráticas, a las condiciones de vida del pueblo no terminarían por expresarse como conflicto de clase? ¿O acaso alguien piensa que este es sólo un problema de derechos humanos, de justicia?

El desprecio del poder de los monopolios por los explotados les llevó a suponer que su rentabilidad estaba asegurada y que podían actuar con total impunidad.

En todas las entidades del país, en las grandes ciudades, en los pueblos, en todas las universidades, preparatorias y hasta en secundarias se desbordan los sectores populares.

El nivel de confrontación asciende en Guerrero. Y crece el clamor popular con la consigna por la salida de Peña Nieto de la Presidencia de la República.

Señalamos que en torno a esta coyuntura la apuesta de la clase dominante es garantizar su recomposición, con una solución en las alturas, un reacomodo donde el cambio del titular del Ejecutivo es lo de menos si nada cambia.

Por ello el PCM debe situar la consigna: ¡Abajo Peña Nieto, por el poder obrero y popular!, y trabajar en medio de este movimiento por situar nuestro Programa. Nosotros discrepamos sobre la posibilidad de rebajarlo a demandas democráticas o de ponerle límites acorde al nivel desigual de la consciencia. O Revolución socialista o continuidad de la barbarie del capital, continuidad de la explotación, de la represión. ¿Hay, camaradas, términos medios entre el capitalismo y el socialismo?

Debemos trabajar, y ya lo estamos haciendo, para buscar la confluencia bajo esta perspectiva de los trabajadores y sectores populares que están emergiendo a la lucha, las fuerzas nuevas de las que hablamos.

Debemos trabajar los comunistas por una Asamblea Popular para potenciar la lucha.

Pero también debemos combatir ideológicamente a aquellos que quieren reducir esto a una cuestión de derechos humanos; a aquellos que buscan presentarse como los guardianes del pacifismo pero que finalmente expresan la tendencia desmovilizadora.

El conflicto social en curso tiene carácter de clase a pesar del espontaneísmo, y nos corresponde develarlo a los ojos de la clase obrera y de los sectores populares así como cualificarlo para la lucha.

En medio de esta lucha, debemos fortalecer al Partido Comunista.

Peña Nieto está en los últimos días lanzando el ultimátum, y blandiendo nuevamente la represión. No las tiene todas consigo. Es su segunda intentona para desmovilizar esta fuerza social.

Erraríamos si dijéramos que es el preludio de la Revolución, en ello no hay que perder el norte; pero cualquiera que sea el desenlace, debemos contribuir a alterar la correlación de fuerzas que hasta septiembre mostraba saldo totalmente favorable al Estado.

Camaradas del PCM y la FJC:

Llegamos a los 20 años como una organización joven pero con experiencia. El partido comunista es la fuerza insustituible de los cambios revolucionarios, sigamos trabajando hacia ellos cada día, con la labor sencilla, planificada, coherente, permanente. Es nuestro mejor aporte y además un homenaje para todos aquéllos que han ofrendado su vida por la causa del comunismo.

¡Vivan los 20 años de lucha del PCM!

¡Viva el marxismo-leninismo!

¡Viva ale internacionalismo proletario!