Entrevista al camarada Héctor Maravillo, miembro del Buró Político de la FJC
Camarada Héctor Maravillo, has sido electo miembro del Consejo Central y del Buró de la FJC, háblanos de este importante proceso que llevó a la unificación de destacamentos juveniles comunistas en una sola organización como juventud del PCM.
Bueno, lo primero que hay que decir es que el proceso de unificación que llevo a la formación de la Federación de Jóvenes Comunistas no fue algo casual o arbitrario. Tiene bien asentadas sus raíces en las necesidades de la lucha de clases en nuestro país, es decir, responde a condiciones objetivas que lo hicieron posible y necesario.
Debido a la crisis económica en nuestro país y los recurrentes conflictos que aparecen en ella, es natural que muchos jóvenes de nuestro país nos hayamos interesamos por cambiar las cosas y comenzamos a organizarnos y a integrarnos a las luchas del pueblo. Pronto comprendimos que hacía falta superar nuestros métodos artesanales porque eran un desgaste innecesario de fuerzas; había que profesionalizarse. Entendimos que encerrados en nuestra región o nuestro estado no podíamos combatir al capitalismo. Finalmente comprendimos que sin una bruja política, que tuviera bien claro la forma para transformar la realidad mexicana, nunca podríamos conseguir que nuestros esfuerzos valieran la pena. En otras palabras, la lucha de clases nos iba empujando a la teoría y la organización marxista leninista, y al Partido Comunista. Por otra parte, el Partido Comunista de México seguía avanzando, y se convertía poco a poco en un referente para los distintos grupos de jóvenes comunistas en nuestro país. Este proceso se aceleró a raíz de su IV Congreso en 2010, a partir del cual el PCM se desembarazó de los elementos oportunistas y consolido su política por la Revolución Socialista sin etapas intermedias en nuestro país.
Esta es la verdadera base del proceso histórico de unificación, que ha culminado con el reciente Congreso en julio y que dio origen a la Federación de Jóvenes Comunistas. Algunos compañeros llegaron a este proceso directamente y se integraron desde antes al trabajo juvenil del Partido, y muchos otros pasaron por una serie de pasos intermedios, pero en general todos pasamos por un proceso similar que nos fue empujando poco a poco al ser la juventud comunista del PCM.
He realizado esta explicación prescindiendo de los nombres de los diferentes colectivos y organizaciones que fueron la base del proceso de unificación, porque quiero acentuar algo: el surgimiento de la FJC no fue solamente por un congreso donde decidieron reunirse una serie de destacamentos juveniles, sino un proceso empujado por las necesidades de la lucha de clases. Digo esto porque en la izquierda mexicana es muy común considerar la “unidad” como simple cuestión de suma de nombres y personajes, como una negociación política y no como un proceso que responde a necesidades históricas.
En cuanto a lo demás, los trabajos rumbo al Congreso se realizaron con mucho compromiso y responsabilidad de todos los camaradas. Se desarrollaron una serie de documentos, luego de varios debates, para tener herramientas teóricas que nos orientaran en nuestro trabajo. Igual en el plano práctico, las actividades conjuntas rumbo al congreso sirvieron para ir unificando los trabajos cotidianos y utilizarlo como propaganda ante las masas juveniles.
Eres el responsable de educación política e ideología en la FJC, y algo que caracteriza al PCM es su fuerte trabajo en esos frentes, que pasos dar para una juventud comunista forjada en el marxismo-leninismo, como garantía del fortalecimiento ulterior del PCM?
El paso básico para forjar en el marxismo-leninismo a los camaradas de la FJC es lograr que la militancia comprenda que éste es una guía para la acción. Para lo cual debe estudiarse las partes básicas que conforman la teoría marxista leninista, las experiencias de otros comunistas en nuestro país y en el mundo; y confrontarlo con la realidad, en el trabajo cotidiano de cada núcleo.
El siguiente paso importante es empapar a los camaradas en la política del PCM. Poco a poco la militancia juvenil debe comenzar a familiarizarse con temas candentes de la política de Partido y el Polo Leninista, como el balance de la construcción socialista en el siglo XX, las tesis de la interdependencia, el giro obrero, la lucha contra el oportunismo a nivel nacional e internacional. Esto es realmente, lo que en el plano de la formación política, asegura que la FJC cumpla su papel de escuela de cuadros para el Partido. Como lo ha mostrado la experiencia con muchos de nuestros camaradas, la línea política del Partido es algo que un joven de catorce años puede comprender, quizás no a profundidad y en su totalidad, pero si comprender en sus rasgos más generales. De esta manera, los militantes juveniles cuando el Partido los necesite tendrán ya las bases teóricas y prácticas para ingresar directamente a él.
Qué papel tiene el machete y la RCI en la formación de cuadros de la FJC.
Son de importancia fundamental pues son las principales fuentes, después de los documentos básicos del Partido, para formar a los militantes en la línea política de la cual hablaba en la pregunta anterior. La Revista Comunista Internacional y El Machete, recuperan la tradición teórica que en el movimiento comunista internacional y en nuestro país se había perdido hace ya muchos años. En las dos revistas se realizan estudios y discusiones sobre problemas actuales sobre la base del marxismo leninismo lo que da luz en muchos debates teóricos y prácticos a los que se enfrentan constantemente. Por ejemplo, actualmente hay un gran ataque ideológico en contra de la construcción del socialismo en el siglo XX y una enorme confusión en torno a las bases de la crisis capitalista actual, lo cual tiende a generar desconcierto en muchos jóvenes que recién se acercan a la lucha anticapitalista. Por ello, se vuelve importante que los militantes de la FJC, y principalmente sus cuadros medios, lean y discutan los documentos de la RCI y El Machete, para combatir esta hegemonía ideológica de la burguesía dentro de la juventud.
Por qué la juventud debe asumirse en el marxismo-leninismo y refutar visiones como el “marxismo crítico” o el “marxismo latinoamericano” y otras influencias del posmodernismo que alimentan el movimientismo y atacan a la organización de militantes disciplinados y conscientes.
Hay que ser claro en algo, no existen los “marxismos”. Carlos Marx no sufría de esquizofrenia o bipolaridad, y su pensamiento fue tan riguroso y sistemático como lo demuestra su mayor obra El Capital, como para justificar la existencia de varios Marx a lo largo de su vida. Es claro que su pensamiento fue evolucionando, lo cual honestamente reconoció en sus cartas y algún prólogo; pero buscar diferentes tipos de Marx a lo largo de su vida, es buscarle tres pies al gato. La obra teórica de Marx fue siempre un todo con su obra política. Le pese a quien le pese, Marx no realizó sus estudios científicos como simple académico universitario o con un fin enciclopedista, él lo hizo con el único objetivo de dotar al proletariado con una potente arma teórica para su lucha contra el capitalismo.
Todas las cuestiones sobre el “marxismo crítico”, “marxismos latinoamericano”, separan una parte de la teoría de Marx, desligándola de las demás y la elevan como la fundamental. Crean así una “doctrina” que no representa la totalidad de la teoría de Marx y se cuelgan de su nombre. Sin embargo, ponerse a rascar en los libros que es “lo que verdaderamente dijo” Marx no tiene sentido, que Marx haya dicho o escrito algo no lo vuelve realidad. El punto importante es la prueba de la práctica, si la teoría marxista refleja el real movimiento del desarrollo social y si con su método es posible orientar científicamente la lucha política del proletariado.
Todas las corrientes que hablan sobre un nuevo marxismo, que pululaban desde los años 60’s y 70’s principalmente en la academia, se volvieron hegemónicas en muchos lados a partir de la contrarrevolución en el bloque socialista. A partir de esos momentos, y coincidiendo con la contrarrevolución ideológica del neoliberalismo, abundaron las “escuelas marxistas”. Estas negaban la viabilidad del socialismo, negaban la necesidad de una estructura partidaria disciplinada y con una estratégica clara y no encontraban a la clase obrera, buscando a los nuevos “sujetos emergentes”. Todos estos “marxistas” vergonzantes, querían ocultar el abandono a las posturas marxistas y al estudio científico de la realidad, diciendo que retomaban al “verdadero Marx”, al que nadie antes había visto. Agarraron una parte de su obra y la convirtieron en su reliquia de adoración como si de sectas se trataran. Otros prefirieron agarrar a algún marxista consecuente y deformarlo de la misma forma; abundado los gramscianos, los luxemburguistas, etc. Pero no se puede ocultar que sus posturas son el reflejo posmodernista vestido de marxismo a lo interno del movimiento popular.
Pero con el tiempo la realidad misma ha demostrado la bancarrota de sus propuestas. El crecimiento del movimiento obrero en varios países a partir de la crisis económica reciente (por ejemplo Grecia, Portugal, Turquía, Brasil, España), muestran que la clase obrera no había desaparecido, tan sólo había sido derrotada temporalmente y de nuevo volvía alzarse amenazadoramente. Pero principalmente, han vuelto a poner a la orden del día la cuestión de la toma del poder y la revolución socialista.
En nuestro país, la juventud de México ya ha aprendido en la práctica porque debe rechazar todas las posturas posmodernas que atacan la organización y la disciplina y que carecen de una línea política coherente. En 2012, tanto a los jóvenes que participaron como a los que sólo fueron observadores, les toco conocer la experiencia del movimiento #yosoy132 así como del anarquismo. Pudieron comprobar cómo el #yosoy132 desapareció tan rápido como surgió. Se desmoronó por sus propias contradicciones internas, puesto que quería agrupar en un mismo grupo los intereses de la juventud obrera y popular, junto con los intereses de la juventud pequeñoburguesa y burguesa; eso no pudo ser más que una bomba de tiempo. Por su parte, las acciones anarquistas que se pusieron de moda a finales del 2012, probaron ya su utilidad: decenas de jóvenes salieron en las pantallas de televisión “combatiendo” al capital con su “acción directa” en las calles más céntricas de la ciudad, pero sin lograr la más mínima organización de otros sectores de la sociedad.
Estas experiencias deben servir a la juventud para comprender que dada las condiciones adversas de la lucha y el gran enemigo al que nos enfrentamos, se tiene que tener una organización y debe existir una disciplina consciente. Segundo, que es necesario ubicar al enemigo principal que no es otro que el capitalismo, el sistema económico causante de la crisis y de todos los problemas sociales que aquejan a nuestra clase; luchar sólo con sus efectos como los monopolios de los medios de comunicación o el autoritarismo gubernamental no acaba con las raíces del problema. Finalmente, hay que ser plenamente conscientes de que la sociedad se encuentra dividida en clases, y que a partir de ello hay que trazar el sector social al cual dirigirnos. El movimiento juvenil debe dejar de enclaustrarse en las escuelas y universidades, y buscar la unidad con los que constituyen la mayoría de la juventud: los jóvenes trabajadores.
En tu opinión cual es la diferencia entre la política del PCM y otras organizaciones que se asumen de izquierda en México
En mi opinión la diferencia fundamental entre la política del PCM y las otras organizaciones de “izquierda” (si es que todavía aplica este concepto) son los objetivos por los que luchan. No me refiero únicamente a los que tienen escritos en sus documentos, sino a los que en la práctica se dirigen. La diferencia fundamental es que el PCM lucha directamente por la Revolución Socialista; lo cual no quiere decir que mañana saldrá a tomar Palacio Nacional, sino que toda su labor diaria la utiliza como medio para conseguir su objetivo estratégico. Las demás organizaciones de la “izquierda socialista” luchan -voluntaria o involuntariamente- por la transformación política-social sin salir del marco capitalista, es decir, por modificar la forma de gestión capitalista actual. Independientemente del nombre que le coloquen (“revolución democrático popular”, “liberación nacional”, “antineoliberal”), estas posturas llevan a un apoyo a alguna fracción de la burguesía o a servir de caja de resonancia de las frustraciones de la pequeña burguesía. No tiene caso hablar de las organizaciones que se asumen “izquierda” y que abiertamente representan las posiciones burguesas en el movimiento popular, como el caso de MORENA, PT o el PRD (este último ha mostrado su carácter eminentemente contrarrevolucionario y su total bancarrota ideológica a lo largo de los años).
Esta diferencia en cuanto al objetivo estratégico marca a su vez diferencias respecto a las formas organizativas y las tareas tácticas. Algo que distingue al PCM de las demás organizaciones de izquierda es su compromiso de enfocar el grueso de sus fuerzas en organizar y dirigir a la clase obrera, y en particular, al proletariado industrial de los sectores estratégicos. Aunque esto pueda sonar trillado para una organización comunista, lo cierto es que desde hace varias décadas en México ninguna organización asume esta tarea como la fundamental. Y la realidad nos va indicando que vamos por el camino correcto: los avances del Frente de Trabajadores Independiente, que cada día va agrupando a más trabajadores, como los que recientemente se acaban de integrar en Reynosa; así como los obreros que se acercan a partir de la agitación y propaganda sistemática en zonas industriales por varios estados del país, lo confirman.
La otra diferencia táctica y organizativa tiene que ver en cómo se concibe la política de alianzas. Una idea que predomina en la izquierda mexicana desde hace muchos años, y en la que el PCM estuvo metido hasta su IV Congreso, es el de la “unidad de la izquierda” como premisa necesaria para cualquier transformación revolucionaria. A partir del IV Congreso el PCM modificó su política de alianzas; ya no buscaría más la unidad de los grupos de izquierda como una táctica principal, sino que la unidad tenía que ser entre clases, entre la clase obrera y las demás clases y estratos populares oprimidos por el capitalismo: los campesinos, la pequeña burguesía y las capas medias arruinadas, los pueblos indígenas, la juventud, los migrantes, etc. Y a esa táctica de agrupar en torno a una política clasista y claramente anticapitalista a las masas populares, y no a los diferentes membretes, es lo que se denomina la política del Frente Anticapitalista, Antimonopolista y Antiimperialista. Y los pasos concretos de esto se han visto en el desarrollo del Frente de Izquierda Revolucionaria, en varios estados, con campesinos, comerciantes, indígenas, ligando la lucha económica y particular de cada sector, con la lucha por la revolución socialista.
Camarada estas estudiando la composición de la clase obrera, que resultados arroja tu investigación, con firma la centralidad del proletariado y la política del PCM?
Una de las críticas comunes hacia la política del Partido, en la academia y en el seno del movimiento popular, es que la clase obrera ha desaparecido o al menos disminuido su potencial revolucionario. Sin embargo, si se analizan las estadísticas, los “datos duros” como generalmente se les conoce, resulta que los obrero no se han escondido debajo de las piedras, sino que siguen vivitos y coleando, construyendo la vida material de nuestra sociedad.
Parte de la investigación consistía en observar que papel ocupa el proletariado en nuestro país, desde el punto de vista cuantitativo. Aunque ahora está de moda hablar de la “tercerización” de la economía, que en plano social se traduce en el predominio de los trabajadores de los “servicios”, resulta que de acuerdo a los datos estadísticos que ofrece el mismo aparato estatal, es la clase obrera el grupo de personas ocupadas más grande en nuestro país. El secreto está en que debido a la metodología del INEGI, muchos de los miembros del proletariado aparecen bajo el concepto de trabajadores de los “servicios”, como los trabajadores de los transportes o las telecomunicaciones, y que en realidad son obreros industriales. A partir de revisar diferentes censos y encuestas, pasados por el filtro de las categorías marxistas, resulta que el proletariado en nuestro país, de acuerdo a los datos de la Matriz Insumo-Producto de 2008 suman más de 14 millones de trabajadores. Estos fueron definidos desde el punto de vista económico, de acuerdo con Marx, como aquellos trabajadores asalariados que producen plusvalía, ya sea en la industria manufacturera, del transporte, telecomunicaciones, construcción, minería o el campo. A lado de estos, aparecen los 6 millones de trabajadores del comercio y los bancos que si bien no valorizan el capital, si ayudan a captar plusvalía; y si se estudia con atención El Capital de Marx, se observa que pertenecen de igual forma a la clase obrera. Existe otro sector donde no se produce plusvalía pero los trabajadores son asalariados y no poseen otros medios de producción, como el magisterio y los trabajadores de la salud, que son aproximadamente 3.5 millones. Finalmente hay una serie de estratos intermedios, donde existen ya relaciones capitalistas entre el trabajador asalariado y el capital, pero con una base técnico-organizativa mínima (es decir, con un grado inferior de desarrollo de fuerzas productivas) por lo cual no se han agudizado ni diferenciado las contradicciones de clase. Por ejemplo entre los microbuseros, los taxistas, los talleres artesanales. Estos datos confirman que la clase obrera sigue siendo el sector de trabajadores numéricamente más importante en nuestro país. Sólo las sumas de bulto y la falta de precisión metodológica permiten ocultarlo.
Sin embargo, su importancia trasciende la simple cantidad y pasa al plano económico, lo que a su vez se refleja en el ámbito político y hasta el militar. El sector más desarrollado de la clase obrera, el proletariado industrial suma poco más de 6 millones de trabajadores. Ellos representan tan sólo el 13% de la población ocupada en México y en contra parte producen el 45% del valor agregado total del país. Otra de las características más importantes del proletariado industrial es que a diferencia de otros sectores, como los obreros comerciales o los trabajadores de los servicios, es que las condiciones de producción los obligan a trabajar concentrados en grandes empresas. Por ejemplo cerca de la mitad de los obreros industriales (40.7%) se encuentra laborando en empresas de más de 251 personas ocupadas, las cuales son tan sólo el .7% de todas las unidades económicas de este sector. Su concentración aumenta las posibilidades de organización ya que hay mayor facilidad de reunión y contacto; que digamos los cientos de trabajadores dispersos en los OXXO o las gasolineras. Finalmente, debido a la interdependencia de los distintos sectores económicos que aumenta conforme se desarrolla el capitalismo, aparecen diferentes ramas industriales que funcionan como nodos o ejes principales de la economía del país. Estas ramas tienen un papel fundamental en la economía, pues son las que producen medios de producción para las demás (materias primas, maquinaria, etc.) y son la base de las exportaciones del país. Paralizar a cualquiera de ellas supone paralizar la economía en general. Por ejemplo, una huelga de los trabajadores de la industria petroquímica, química, de maquinaria y metálica básica; o del transporte aéreo o terrestre, se volvería un golpe directo a la burguesía y obligaría a cientos de miles de trabajadores de otros sectores a parar. Por ello, retomando una idea utilizada por la III Internacional, se dice que hay ciertos trabajadores con una posición estratégica. Estas características son las que posibilitaron que 800 obreros siderúrgicos de SICARTSA en 2006 derrotaran a fuerzas especiales de la policía, y a elementos de la Marina y el ejército. A su vez, el Estado entiende esta cuestión, y es por ello que agarró desprevenidos a los trabajadores electricistas del SME en 2009, antes de iniciar las reformas estructurales.
En conclusión, la clase obrera y su núcleo más avanzado, los obreros industriales, no sólo existen sino que mantienen un lugar central en el proceso de reproducción social. Esto los convierte en el grupo social más importante para una transformación revolucionaria, pues son los únicos que se encuentran en la posibilidad de asestar un golpe directo al corazón del sistema capitalista en nuestro país. Por lo tanto, considero que la política del giro obrero que ha dado el PCM es totalmente correcta, pues asegura a la larga que en una situación revolucionaria existirán las posibilidades de un ataque a la burguesía y el Estado mexicano en sus puntos más vulnerables, y a través de la clase más organizada y fuerte.
Un ataque a nuestra juventud y al PCM es que somos sectarios y no queremos la unidad con otras organizaciones que respondes a esto
La unidad requiere de dos cosas, por un lado de condiciones objetivas, que lo hagan posible y necesario; y por el otro lado, del factor subjetivo, de una voluntad a la unidad. Uno es sectario, cuando habiendo las posibilidades de la unidad, y cuando esta se impone como necesidad para la lucha de clases, se niega a hacerlo. Pero cuando uno busca la unidad basándose únicamente en sus deseos subjetivos, sin considerar las condiciones objetivas y las necesidades de la lucha de clases, no puede más que convertir la unidad en una pantomima, en un simulacro.
El Partido Comunista y su juventud han demostrado en los hechos que están abiertos a la unidad, cuando esta significa un paso hacia delante en la lucha por el socialismo. Como se ha demostrado en la reciente conformación de la FJC y en los procesos de unidad con la OCPCM y el FIR.
El PCM quiere la unidad, pero no de cualquier tipo. La unidad por la que luchamos es la que agrupe a la clase obrera y las capas populares en una lucha anticapitalista, por el poder obrero y popular. Cuando se presenta la posibilidad de unificación con otras organizaciones que van por el mismo camino, no cabe duda que se luchará por la convergencia. Sin embargo, no debe sorprender a nadie que nuestra militancia se encuentre concentrada en incidir en el movimiento obrero y popular y no pierda su tiempo en las reuniones de la “federación de socialistas y comunistas” o la nueva central sindical; pues la unidad que busca la del PCM es la de las clases explotadas y oprimidas por el capital, no la unidad de membrete, ni a costa de los principios políticos.
Como evalúas el viraje emprendido por el IV congreso del Partido
Hace 4 años, en su IV Congreso se asumió el nombre de Partido Comunista de México y con ello la tarea de ser realmente el partido de vanguardia de nuestra clase obrera. Después de este tiempo puedo decir que esa tarea se ha cumplido, lo cual sólo significa que las cosas apenas comienzan.
A partir de ese Congreso, el Partido se liberó de todas las trabas oportunistas con las que aún cargaba. Se liberó de todos los resquicios lombardistas que aún predominaban en los miembros de lo que antes fue el PRS, de los viejos vicios de “hacer política” basada en las negociaciones con las cúpulas sindicales y de la inacción a la que se conducía. Esto permitió al partido asumir totalmente la política revolucionaria que se compartía con el polo leninista (balance histórico del socialismo en la URSS, tesis de la interdependencia y el giro obrero) y con ello desbrozar el camino hacia una práctica correcta. Pese a varios problemas a los que el Partido se enfrentó durante estos años, el balance es completamente positivo. El camino que se marcó en el IV Congreso ha dado frutos: en todos los frentes el Partido avanza y crece, de igual forma, la realidad muestra que eran correctas las apreciaciones sobre la crisis capitalista mundial y la subsecuente agudización de la lucha de clases.
Como aprecias los debates que marcan al V congreso?
Me parece que se han desarrollado a su debido tiempo y respetando las estructuras correspondientes, lo que implica que la discusión va siendo generalizada en toda la base militante. Hasta el momento las discusiones no muestran puntos encontrados de principio, esto es bueno, porque significa que toda la militancia va por el mismo rumbo, la lucha por el Poder Obrero y Popular, es decir, por la Revolución Socialista, como objetivo inmediato; continuar el camino en torno al giro obrero y el frente anticapitalista, antimonopolista y antiimperialista. Las discusiones y debates se centran en perfeccionar los documentos, en continuar el paso dado a partir del IV Congreso, corregir algunos errores particulares e irlos llenando de cuerpo. Responder ahora ya con una experiencia importante en el frente de masas, sobre cómo hacer el Frente AAA y como perfeccionar el giro obrero. De igual forma sobre los estatutos hay discusiones importantes para mejorar la profesionalización del Partido. En general me parece que la discusión ha sido franca y amena, con amplio sentido de unidad, dándose la discusión por todos en las células; y que por tanto este congreso servirá para agudizar y perfeccionar al Partido para las grandes tareas que se avecinan
Háblanos de la necesidad del internacionalismo en la FJC y el PCM
El PCM y la FJC se toman muy en serio sus tareas internacionales, como una premisa imprescindible para la revolución socialista en nuestro país, impuestas por la mundialización del capitalismo. Por lo tanto no debe considerarse el internacionalismo proletario y la solidaridad con los pueblos en lucha como una simple tarea protocolaria. Las labores internacionales no deben consistir -como algunas organizaciones en México creen- en simplemente mandar saludos a todo el mundo por igual y asistir a encuentros internacionales a tomarse la foto; estas sólo pueden llevarse a cabo de manera activa. El internacionalismo proletario que lleva a cabo el PCM se basa en apoyar y retroalimentarse de todas las fuerzas comunistas que mantienen posiciones revolucionarias y de avanzada; a la vez que da una lucha contra las posiciones oportunistas en el movimiento comunista internacional.
Que literatura ha sido importante en tu proceso como militante y cuales libros recomendarías a otros camaradas?
El primer libro que impactó mi formación fue El Estado y la Revolución que leí cuando apenas iba en secundaria, y que junto con los documentales “Un poquito de tanta verdad” y “Atenco, romper el cerco”, sirvieron para que comprendiera la necesidad de una Revolución Socialista en nuestro país, como única opción para transformar las condiciones de vida de nuestro pueblo y acabar con la explotación y la miseria. Los otros dos libros que han significado un salto cualitativo en mi proceso como militante son El Capital de Marx y El desarrollo del capitalismo en Rusia de Lenin, los cuales han sido de enorme ayuda para entender como la teoría marxista leninista debe ocuparse como un herramientas científicas que orienten la lucha revolucionaria.
En cuanto a los libros que recomendaría, quisiera comenzar por las biografías que hacen sobre Marx y Lenin, Franz Mehring (“Carlos Marx, historia de su vida”) y Krupskaya (“Mi vida con Lenin”). Estos textos ayudan a desmitificar sus historias, y mostrar que la genialidad de estos dos héroes de la proletariado mundial no se fundamenta en sus cualidades personales (las cuales eran en realidad muy grandes) sino a la aplicación rigurosa del materialismo dialéctico e histórico, y en su fe inamovible -basada en el análisis científico- en el proletariado y el futuro socialista.
Otros libros de literatura que me parece importante recomendar son aquellos en los que se muestra el trabajo cotidiano de los comunistas. En la literatura soviética hay muchos libros interesantes como La Madre, Memorias de un Bolchevique, El Comité Regional clandestino actúa o La Joven Guardia, los cuales son excelentes libros donde se pueden obtener experiencias organizativas valiosas, así como de ejemplos de entrega y sacrificio total por la liberación de la humanidad. Pero en lo personal prefiero los libros sobre experiencias comunistas latinoamericanos, no por alguna clase de chovinismo latinoamericanista, sino únicamente porque su cercanía cultural hace a los textos más digeribles y cercanos a nuestra realidad. Me parece que una novela imprescindible para todo comunista son los tres tomos del libro Subterráneos de la libertad de Jorge Amado. Allí a partir de las experiencias de diferentes personajes, se reproduce las posiciones e intereses de las diferentes clases sociales, así como el trabajo cotidiano de un comunista y su Partido y los problemas a los que se enfrenta a diario. En este sentido, igual se encuentra la biografía que hizo Roque Dalton sobre el obrero y dirigente del PC de El Salvador, Miguel Marmol, el cual de manera amena y sencilla narra cómo se unió al partido, los errores y aciertos del Partido Comunista, y los diversos problemas cotidianos a los que se enfrenta cualquier comunista y que a veces es difícil conocer a partir de los libros de carácter teórico. De igual forma, el relato autobiográfico de Omar Cabezas La montaña es más que una estepa verde, muestra los diferentes procesos por los que pasa un combatiente del Frente Sandinista, desde el activismo estudiantil hasta su lucha como guerrillero.
En cuanto a la situación mexicana, las novelas de Carlos Montemayor Guerra en el paraíso y Las armas del Alba (las cuales pueden ser muy bien acompañadas de la película El Violín) me parecen una excelente forma de acercarse a las luchas revolucionarias de nuestro país y conocer un poco de la historia de los comunistas mexicanos. (Respecto a esto último, aún con sus enormes deficiencias, puede verse también Bolcheviques de Taibo II; o la investigación que hizo el doctor Alberto Limón sobre la LC23S -La Liga, una cronología-)
Finalmente y aunque no conozco casi nada de la cuestión, recomendaría a los camaradas la poesía de Roque Dalton y Miguel Hernández, que suelen estar escritos en un lenguaje sencillo y contenido claramente revolucionario, que ayuda muchas veces a mantener la moral en alto.
¿Qué hombres y mujeres del movimiento comunista internacional y nacional han sido ejemplares para ti?
En primer lugar el Comandante Ernesto Che Guevara, me parece un gran ejemplo de un comunista integro. Pese a que alrededor de él gira una aureola de cierto romanticismo tomado como el cliché del rebelde, considero que el Che era ante todo un comunista, un marxista leninista. Sus opiniones y estudios respecto a la economía política en el socialismo y la caracterización del imperialismo, así como la estratégica que plantea para combatirlo a nivel mundial, son muestra de sus amplios conocimientos del materialismo histórico y dialéctico. Pero el Che no se distinguía sólo por eso, sino también por su coherencia entre su pensamiento y sus actos, que lo llevaban a dirigir personalmente los trabajos voluntarios en Cuba o a entregar su vida en Bolivia. Él fue síntesis viviente de la unidad entre la férrea firmeza ideológica y el compromiso total con la revolución, pues como él decía “en una revolución se triunfa o se muere si es verdadera”.
En segundo lugar, me parecen ejemplares toda la generación de comunistas de la III Internacional, verdaderos bolcheviques fogueados en la lucha de sus propios puebles y que estaban dispuestos a todos con el fin de conseguir el futuro socialista en sus países. Hijos de la clase obrera como Ernest Thälmann y Antonio Gramsci, dirigentes de los Partidos Comunistas más poderosos de Europa en esos años y que cargaron con el peso de combatir al fascismo en su propia casa. Revolucionarios y comunistas como Ho Chi Minh y Luis Carlos Prestes, que consiguieron hazañas dignas de los anales de la historia, al conducir a sus pueblos contra la guerra que les imponía la burguesía nacional y el imperialismo. En particular me parece extraordinario el ejemplo de Farabundo Martí, el maestro, albañil y jornalero, dirigente histórico del Partido Comunista de El Salvador, combatiente internacionalista centroamericano que lucho junto a Sandino en Nicaragua. Exiliado y encarcelado innumerables veces, tuvo la claridad política de llevar al Partido y a su pueblo hacia un levantamiento popular en contra de una dictadura en su país y por la Revolución Socialista, que pese a ser derrotada sirvió de ejemplo para la lucha revolucionaria en años posteriores.
Finalmente, me parecen excepcionales los ejemplos que nos han dejado los tres grandes de las FARC-EP, me refiero a Manuel Marulanda, Jacobo Arenas y Alfonso Cano, símbolos de la unidad entre los campesinos, los obreros y la juventud rebelde colombiana. Los tres son grandes ejemplos de comunistas consecuentes, que han mostrados que en tanto uno se mantenga unido indisolublemente a las masas populares y sean guiados por la teoría marxista leninista, se es invencible. El caso del comandante Jacobo Arenas me parece muy demostrativo de lo que significa ser un miembro del Partido Comunista y cumplir fielmente las tareas que éste le encomienda. Desde muy joven, Jacobo fue destacado para realizar trabajo obrero sindical en los años de “la violencia”, convirtiéndose muy pronto en un dirigente petrolero de su región. Años después fue enviado junto con otro camarada del partido y su máquina de escribir, a las montañas de Marquetalia para apoyar a un puñado de campesinos que se defendían en armas contra la violencia liberal-conservadora y que pronto serían atacados por 16,000 soldados en 1964. Jacobo pasó más de 25 años cumpliendo humildemente su tarea partidaria, hasta que murió en 1990, dejando tras de sí a cientos de cuadros comunistas formados en las selvas colombianas y a una organización firmemente asentada en el marxismo leninismo y en el amor a su pueblo.
En cuanto al movimiento comunista en nuestro país, me parece que muchos de sus más destacados elementos, permanece olvidados. Me parecen es una de las tantas tareas del PCM sacar del olvido a cuadros comunistas como los camaradas Primo Tapia y José Guadalupe Rodríguez, hijos del pueblo y miembros activos del PCM que dirigieron a las masas campesinas en Michoacán y Durango durante los años 20’, lo que les valió ser asesinados por el régimen callista. De igual forma, uno de los más grandes comunistas que ha tenido nuestro país, ha sido el comandante Arturo Gámiz, pues su claridad política y la compenetración en las luchas del pueblo mexicano, lo llevó a ser el primero en lanzarse junto con Pablo Gómez y el Grupo Popular Guerrillero, a la lucha por la Revolución Socialista en nuestro país como objetivo estratégico. Aún pese a los errores de algunas de sus concepciones y otras de corte táctico, en su momento fue el representante de la organización política con la política más clara y comprometida en nuestro país.
Porque llamarías a la juventud mexicana a integrarse a la FJC y al PCM?
Por una simple razón: dentro del capitalismo no existe ningún futuro para los jóvenes de nuestro país. El horizonte para todos nosotros es completamente sombrío; dentro del capitalismo no hay más que desempleo, malos sueldos, pésimas condiciones de trabajo, emigración, narcotráfico, degradación… La única opción que tenemos los hijos de la clase obrera y estratos populares es luchar, luchar por un cambio en las condiciones económicas y políticas actuales, es decir, por la Revolución Socialista. Pero combatir al Estado y la burguesía, en su condición de garantes del sistema capitalista, sólo puede hacerse de forma organizada. Sin organización ni claridad política, todos los esfuerzos se esfuman en un sinfín de problemáticas. Por lo tanto el lugar de cualquier joven que esté dispuesto a cambiar la situación imperante está dentro del Partido Comunista de México y la Federación de Jóvenes Comunistas. Sólo introduciendo el potencial juvenil dentro del torrente revolucionario de la clase obrera y sus aliados, los estratos populares, es que la participación de los jóvenes cobra sentido y adquiere toda la fuerza posible.