La clase obrera debe levantar sus banderas, las del marxismo-leninismo, no las banderas de las alternativas de gestión burguesa, ni las del mal menor en las disputas interimperialistas

Contribución al XVI Encuentro de los

Partidos Comunistas y Obreros que se reúne

En Guayaquil Ecuador.

Camaradas:

Saludamos en primer lugar a los organizadores del XVI Encuentro Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros, a los camaradas del Partido Comunista del Ecuador; queremos reiterar nuestra solidaridad con el PCE frente a la intentona de fuerzas gubernamentales de crear un falso “partido comunista” y dotarlo de personalidad jurídica y electoral con base en un grupo de oportunistas expulsados. Consideramos nuestro deber cerrar filas con el PCE y denunciar esa suplantación, esa simulación.

Camaradas:

La crisis capitalista continua y con ella las agresivas políticas para desvalorizar la fuerza de trabajo, condenando a la clase obrera del mundo a pauperizar en extremo sus condiciones de vida. Nuevas legislaciones para anular derechos laborales y sindicales, crecimiento del paro como ejército de reserva que permita mano de obra barata. La rentabilidad del capital se garantiza eliminando las conquistas obreras de más de un siglo, pero aunque le garantice temporalmente su estabilización no hace sino prolongar la agonía que históricamente deberá llegar a su desenlace: es decir a la continuidad del camino que abrió la Revolución de Octubre, la época de las revoluciones proletarias, la transición del capitalismo al socialismo.

Ello coloca la vigencia, la actualidad de los partidos comunistas como partidos de la clase obrera, que no encuentran sustitución ninguna en otras opciones políticas.

Dado el carácter internacional e interdependiente de la lucha de clases es necesaria la elaboración de una estrategia común del movimiento comunista internacional contra el capitalismo en su fase imperialista, pero esa necesidad enfrenta complejidades que lo han venido impidiendo y que son de carácter ideológico.

Así frente a los desarrollos del capitalismo y de sus crisis hay lecturas distintas y encontradas, como las colocadas en este Encuentro, que afectan la capacidad de intervención política del movimiento comunista.

En la última década posiciones ideológicas ajenas al marxismo-leninismo se han colado de manera fragmentada en las posiciones programáticas de varios partidos, categorías sociológicas que más bien corresponden al campo burgués, que sustituyen las concepciones y categorías elaboradas por Marx, Engels, Lenin, y la teoría y práctica del comunismo, de tal manera que hay ya algunos partidos, que sin cobrar consciencia de su mutación, están colocados en el terreno de la socialdemocracia y siguen la senda del abandono de su identidad y características propugnada por el eurocomunismo y otras teorías oportunistas.

Nosotros queremos señalar nuestra abierta divergencia con la cuestión de la multipolaridad y del progresismo que son intrínsecas a la lógica de lo posible, al argumento inexacto de que nuestra época ya no es la de la revolución social.

La multipolaridad es la falsa esperanza de depositar las tareas antiimperialistas al mal menor en las contradicciones interimperialistas.

Es importante para el Partido Comunista de México tener un enfoque clasista frente a la lucha de clases internacional y no asumir las ilusiones de la existencia de una tendencia progresista en el escenario internacional.

La disputa inter-imperialista entre EEUU-UE contra las economías emergentes (BRICS) no debe ser asumida como el paso de la unipolaridad a la multipolaridad. Es el choque por intereses económicos inter-monopolistas, por mercados, rutas comerciales, mano de obra, recursos naturales. En esa disputa inter-imperialista la clase obrera y los comunistas no deben tomar partido por uno u otro bloque imperialista, sino que todas sus definiciones, sus consignas, sus decisiones, maniobras y momentos tácticos se orientan por el interés estratégico de la Revolución socialista.

Actualmente no se libra una lucha entre dos mundos, el capitalista y el socialista –como si ocurría cuando la construcción socialista en la URSS marchaba adelante–, y en términos económicos todos los tratados se inscriben en la lógica del desarrollo capitalista en la fase del imperialismo, su resultado objetivo es el fortalecimiento de la acumulación, la continuidad de las relaciones mercantiles, el enriquecimiento continuado de los monopolios.

El Progresismo y el Foro de Sao Paulo como su expresión política por otra parte también motivan nuestra reflexión.

Después de más de una década ya es posible una valoración del carácter de clase que expresan estas fuerzas. Ya no podemos considerar simples errores desarrollos como la intervención militar en Haití, reformas laborales antiobreras, fortalecimiento de los monopolios, políticas de cooptación y control sobre la base del asistencialismo de los movimientos populares. Es muy claro que se trata de una fuerza auxiliar del capitalismo, que busca darle un rostro humano(1).

Una de las fuerzas que se destacan entre esa corriente del progresismo y en la dirección del FSP es el PRD de México, formado sobre la base de la liquidación del Partido Comunista Mexicano, del que usan su registro electoral, edificios y otros bienes. Ese Partido es el instrumento del estado mexicano para asesinar a los comunistas, como lo denunciamos varias veces aquí.

Y es uno de los destacados fundadores de ese gran centro oportunista que es el Encuentro Latinoamericano Progresista que se reunió en Quito hace unas semanas, con el respaldo de la Siriza Griega y el PODEMOS español.

Pero el PRD es también el responsable de la masacre contra 46 estudiantes de Ayotzinapa, corresponsable del terrorismo de Estado de Enrique Peña Nieto y el poder de los monopolios contra el pueblo mexicano. Un año antes de asesinar a los estudiantes, el PRD asesinó a 7 comunistas en Guerrero y Oaxaca.

El progresismo en México es pues enemigo mortal de la clase obrera, y uno de los pilares de la dominación cruel y la barbarie del poder de los monopolios, que utilizando paramilitares sembró de fosas con cadáveres del pueblo al territorio nacional en México.

Ayotzinapa es la gota que está derramando el vaso. Mientras estamos aquí reunidos el movimiento popular, con el PCM como uno de sus componentes desarrolla crecientes iniciativas de insubordinación e insumisión en el estado de Guerrero y otros del centro-sur de México, pasa a ocupar las calles, los aeropuertos, a desalojar e incendiar los palacios y sedes gubernamentales, a tomar control de las vialidades, a levantar barricadas, etc., particularmente en la ciudad de Chilpancingo que está en vísperas de ser proclamada ciudad-comuna del poder popular. Tras comprobar en la práctica que la lógica del mal menor en la gestión del capitalismo expone a la clase obrera y al pueblo a la barbarie del capital, responde con su lucha y reafirma en la práctica que vivimos en la época de las rebeliones anticapitalistas.

En este contexto el PCM consideraría un gigantesco error la difusión de falsas esperanzas e ilusiones, como el argumentar en favor de soluciones dentro de los marcos capitalistas, involucrar al pueblo en rivalidades inter-imperialistas, reflotar o fortalecer a la socialdemocracia y “nueva” socialdemocracia, etc. Para el PCM su tarea es clarificar ante la clase obrera la situación y su rol, involucrarla en un papel protagónico en la rebelión anticapitalista, que sea la clase obrera quien transforme la rebelión en una revolución socialista, esta tarea es indistinta de la cuestión de cual sea el resultado de este primer enfrentamiento a gran escala con el poder de los monopolios.

Con estos breves elementos insistimos que el deber de cualquier partido comunista es plantear ante la clase obrera la alternativa del poder obrero, del socialismo-comunismo. Levantar el programa de la ruptura anticapitalista, la revolución socialista, por la dictadura del proletariado.

¡Viva el internacionalismo proletario!

(1) Fuera de la fraseología, dicho rostro humano se reduce a la asignación del gasto social y la distribución de los impuestos, ¿Esto es lo que vuelve “progresista” a un gobierno burgués? Resulta pues que en porcentaje del PIB dedicado a gasto social en Brasil corresponde al 15% según datos del SIAFI, Argentina 14% de acuerdo a datos del Ministerio de Economía Finanzas, Bolivia igual 14% de acuerdo a datos del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas (Unidad de Análisis y Estudios), México un 11% según datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y Ecuador un 10% de acuerdo a datos del Ministerio de Finanzas del Ecuador, en todos los casos los datos corresponden al 2010. Si ese es el criterio científico base que permitiera validar un “ciclo progresista”, que legitimara la consigna de “Revolución Ciudadana”, entonces podría decirse que el gobierno del “Revolucionario Institucional” de México es ligeramente más progresista que el “Socialismo del buen vivir”, y que está a 2 puntos porcentuales de embarcarse en la “vía boliviana al socialismo”. Si corresponde a otro elemento de calidad y no de cantidad, entonces según nosotros ese criterio correspondería a las relaciones sociales de producción. El sistema del mercado y la existencia de los monopolios ofrecen solo pequeños espacios de maniobra y gestión, estrictamente aquellos donde algún capital pueda fortalecerse, p.ej. las constructoras, cementeras, siderúrgicas, etc., a través de la asignación de presupuesto a la construcción de viviendas y obra pública, etc. De socialismo solo se puede hablar como categoría cuando existe la economía planificada, el control y gestión obrera, la propiedad social de los medios de producción y del cambio, etc. En otro caso se habla de un momento de la lucha de clases donde la clase obrera y el pueblo están movilizados por sus demandas e intereses inmediatos, y la labor de los comunistas no puede ser la de presentar como solución una gestión dentro de los marcos del capitalismo.