Por cuestión de principios
El Partido Comunista de México orienta sus relaciones internacionales sobre una base ideológica compartida, esa es nuestra prioridad. Es sobre esa base que desarrollamos un mayor acercamiento con aquellos partidos hermanos que defienden la validez y cientificidad del marxismo-leninismo, la construcción socialista en el siglo XX, la teoría leninista del imperialismo y la revolución, el carácter revolucionario de la clase obrera, conformando sobre ella una identidad comunista contemporánea para intervenir decididamente en la lucha de clases en favor del socialismo-comunismo. Es sobre esa base que hace unos días, en torno a los desarrollos que se dan el Partido Comunista de los Pueblos de España, expresando las decisiones de nuestro órgano de dirección central el Primer Secretario de nuestro Partido externó claramente que nuestro relacionamiento es con el PCPE que dirige el camarada Ástor García.
Fijada nuestra posición, consideramos innecesario participar de la controversia lanzada en contra nuestra por el grupo de Carmelo Súarez-Julio Díaz, al ubicar en ella elementos insanos para una discusión, como la calumnia, el lenguaje infraterno y provocador, y sobre todo, un gran alejamiento de la realidad, expresado en argumentos irresponsables sobre la situación del movimiento comunista internacional.
Nuestra relación con el PCPE viene desde el año de 1997; con mucha atención seguimos sus posiciones, sus avances, sus dificultades. Hemos intervenido conjuntamente en varias polémicas y de manera general nuestras relaciones han sido estrechas. Hemos tenido un punto de vista común sobre la crisis y dificultades del movimiento comunista internacional. Tenemos un gran aprecio y reconocimiento invariable por su aporte a la lucha contra el reformismo y el oportunismo en su variante eurocomunista. Hemos recibido la solidaridad incondicional y fraterna del PCPE en momentos en que sufrimos el ataque del Estado, por el asesinato, desaparición o encarcelamiento de camaradas, o frente al ataque de oportunistas. De la misma manera, nos hemos colocado incondicionalmente al lado del PCPE cuando se le ha querido excluir, calumniar o atacar. Y todo ello permanecerá invariable, pues es al PCPE que hemos conocido con el que nuestro relacionamiento continuará, con el que habremos de profundizar nuestro hermanamiento y colaboración.
En sus comunicaciones, el grupo de Carmelo Suárez-Julio Díaz intenta justificar su responsabilidad en los problemas internos que han provocado, adjudicándolos a nuestra actuación y la de nuestro hermano Partido Comunista de Grecia. No es un argumento consistente y no sigue una hilación lógica con otros expresados anteriormente, carece de seriedad. Hasta donde logramos entender, la división tiene una base ideológica, que ya es manifiesta públicamente en artículos, opiniones y posiciones, pues ningún comunista, independientemente de su nacionalidad, podrá estar de acuerdo con una apología del trotskismo en un órgano central. A éste ejemplo pueden sumarse otros.
Además, ahora se suma a la diatriba y el tono infraterno del grupo Súarez-Díaz, la calumnia y la mentira sobre el debate en la Revista Comunista Internacional:
En la sesión del Consejo Editorial de Diciembre del año pasado, luego de varios meses de anticipación en que circularon los artículos propuestos para la integración del ejemplar número 7 dedicado al Centenario de la Gran Revolución Socialista de Octubre, se presentaron -como es parte del procedimiento- observaciones a cada uno de los textos colocados. Ello es lo usual, con base en la Declaración de Fundación de Estambul, y así los artículos presentados por nosotros han sido también objeto de crítica, incluso por parte de los representantes de Propuesta Comunista -del PCPE-, para ser mejorados, para superar errores, deficiencias.
Tanto por nuestra parte, como de los camaradas de Grecia, fueron presentadas observaciones en tono muy fraternal sobre la contribución del PCPE , que Alexis Dorta de España afirmó recogería para la redacción final del artículo. Unas semanas después, como corresponde al mismo funcionamiento, enviamos al PCPE las mismas observaciones que presentamos durante la sesión, pero esta vez por escrito, y a los pocos días recibimos una respuesta fuera de lugar en tono y argumentos. Por el respeto y consideración a los comunistas de España nos abstuvimos de responderla en los mismos términos, apelando a las relaciones bilaterales y planteando una reunión bilateral en específico, a lo que obtuvimos una respuesta en la que nos quedó claro que tal debate no estaba entre sus prioridades, ni en su interés.
Unas semanas después recibimos la versión definitiva del texto español, y nos encontramos con que en esencia se persistía en las desviaciones que habíamos señalado; consideramos nuestro deber recurrir al “Espacio para el dialogo” de la RCI para presentar nuestro punto de vista y enviamos nuestra observación. Entonces, de manera desleal, sin acudir al canal bilateral, el grupo de Carmelo Súarez-Julio Díaz, buscó vetar nuestra crítica, lo cual no logró por tratarse de un procedimiento extraño, y ajeno al funcionamiento de la Revista Comunista Internacional.
Consideramos, frente a la provocación y a la mentira, dar a la publicidad nuestra observación al texto en cuestión:
Observaciones de “El Comunista” (PCM) al artículo de “Propuesta Comunista” (PCPE) para el 7º número de la Revista Comunista Internacional.
Partiendo de los acuerdos sobre funcionamiento de la Revista Comunista Internacional y, concretamente, de las posibilidades que ofrece el que denominamos “Espacio para el Diálogo”, queremos trasladar algunas observaciones al artículo aportado por Propuesta Comunista, revista política del Partido Comunista de los Pueblos de España, al presente número de la Revista.
El aspecto fundamental de nuestras observaciones críticas, con independencia de otras posibles objeciones de menor rango, se centra en lo que consideramos una inadecuada reducción del marxismo-leninismo a mera metodología, limitando su carácter revolucionario en cuanto que ideología del proletariado.
Consideramos que esta cuestión encierra algunos peligros político-ideológicos. Así, el artículo parece intentar apartarse de lo que considera interpretaciones que entenderían el marxismo-leninismo como “un manual general de aplicación mecánica en cualquier realidad”, como “elemento ideológico abstracto de aplicación universal” o como “repetición mecánica de elementos asumidos de forma acrítica y no dialéctica”, haciendo hincapié en su condición de ser “un elemento de análisis de la praxis histórica” que limitaría su condición de “cosmovisión integral científica de la ideología proletaria”. Los comunistas mexicanos no olvidamos que ese tipo de críticas fueron en su día empleadas por algunas corrientes diversionistas para atacar al marxismo-leninismo, considerándolo una invención de lo que denominaban estalinismo, entendiendo por tal una versión particularmente dogmática y típicamente rusa del marxismo.
Lejos de ese tipo de interpretaciones, para nosotros el marxismo-leninismo es el marxismo de nuestra época, de la fase imperialista del capitalismo. Y se forjó y desarrolló, precisamente, en una lucha irreconciliable contra el revisionismo y el dogmatismo, contra toda desviación del marxismo en la teoría y en la práctica; concibiendo el marxismo no como un dogma, sino como guía para la acción. Y fue precisamente esa concepción la que permitió que el Partido Bolchevique estuviese preparado para dirigir al proletariado ruso de forma victoriosa en 1917.
No puede calificarse como dogmatismo el innegable hecho de que a la revolución socialista y a la construcción de la sociedad socialista-comunista, les son inherentes leyes y rasgos comunes que no niegan, sino que, por el contrario, presuponen ciertas particularidades sobre la forma en que esos aspectos generales se desarrollan en atención a las condiciones concretas de cada momento y lugar.
Esas particularidades en ningún caso niegan las leyes generales descubiertas por el marxismo-leninismo, en coherencia con la dialéctica del proceso histórico. Las grandes aportaciones al marxismo realizadas por Lenin, a la luz del análisis de la realidad en que luchaban los bolcheviques y de los cambios experimentados por la formación socioeconómica capitalista, desde la publicación del Manifiesto del Partido Comunista -escrito por Marx y Engels como primer programa científico del comunismo-, aportaron indudables desarrollos teóricos, probados en el fuego de la práctica revolucionaria, de incalculable valor para la lucha de la clase obrera.
Las conclusiones leninistas sobre el papel del Estado y la dictadura del proletariado; la teoría del eslabón débil de la cadena o pirámide imperialista, indisolublemente unida a la posibilidad del socialismo en solo país o grupo de países, atendiendo a la ley del desarrollo económico y político desigual; las teorizaciones en torno al modelo del Partido necesario para organizar la revolución, el partido leninista de nuevo tipo; o el carácter ininterrumpido -que no permanente- de la revolución proletaria, formulado en torno al papel del Gobierno Provisional y el papel de la vanguardia revolucionaria en tales condiciones, reivindicando el poder para los sóviets, son enseñanzas de incalculable valor que vinieron a desarrollar científicamente el marxismo. El carácter cualitativo de tales aportaciones, especialmente por parte de Lenin, es lo que convierte al marxismo-leninismo en el marxismo de las condiciones presentes, en ideología proletaria.
Buró Político del Comité Central