Madera: 50 años del inicio de la Revolución Socialista

Se cumplen 50 años de aquella gesta heroica cuando un grupo de revolucionarios asaltó el cuartel militar en Ciudad Madera, Chihuahua, el 23 de septiembre de 1965. Un hecho que marcó el inicio de las luchas armadas por el socialismo en México. Un hecho vivo en la memoria colectiva de nuestro pueblo y que a pesar de los años sirvió como ejemplo para el actuar de muchas organizaciones políticas militares en las posteriores décadas. Primero fue la censura. Luego del fallido asalto al cuartel Madera, el Estado burgués a través de su ejército y sus medios de comunicación, en un primero momento, callaron los hechos. Posteriormente, vino la tergiversación de lo sucedido aquella madrugada, señalando a los insurrectos con los calificativos de “locos mal aconsejados”, “idealistas” y “desestabilizadores”. De igual manera, por parte de la llamada izquierda de aquel entonces representada principalmente por el Partido Popular Socialista (PPS) y el Partido Comunista Mexicano, calificaron la acción en Madera como “aventurerismo”, “ultra izquierdismo”, “infantilismo de izquierda” y “foquismo”, entre otros calificativos que denostaban las acciones realizadas por los combatientes del Madera. Sin embargo, hasta el día hoy se tiene poco conocimiento de los porqués, las motivaciones y los fundamentos políticos por los que el Grupo Popular Guerrillero (GPG), encabezado por Arturo Gámiz y Pablo Gómez recurrieron a las armas como un medio más para avanzar hacia la revolución de carácter claramente socialista.

Atendiendo a esa necesidad, el Partido Comunista de México (PCM) busca que el presente texto ordenar los planteamientos políticos que impulsaron al GPG a realizar una serie de acciones políticas y militares, incluido el asalto al cuartel Madera, para iniciar la lucha armada por la Revolución Socialista en México. Una serie de análisis y planteamientos políticos expresados en los denominados “Encuentros en la Sierra: Heraclio Bernal. Resoluciones”. Unos estudios y análisis profundos, serios y concienzudos del capitalismo en México mediante el método marxista leninista de la crítica a la economía política. Primero. Estos documentos caracterizaban la época del imperialismo, los monopolios nacionales y extranjeros, la concentración y centralización del capital como condiciones de las leyes económicas para la revolución y tránsito hacia el socialismo. Segundo. La constante proletarización del campo y señalamiento a la clase obrera como sujeto histórico principal para conducir la revolución. Tercero. La crítica a la llamada “ideología de la Revolución Mexicana”, promovida por los sectores de la pequeña burguesía dentro movimiento obrero. Cuarto. Los límites de la lucha parlamentaria y electoral, así como de la gestión social. Quinto. El uso de la violencia revolucionaria, la vigencia y necesidad de emprender la lucha armada para el derrocamiento del Estado burgués para lograr la revolución.

Cabe señalar que las resoluciones de los “Encuentros en la Sierra” fueron elaboradas de manera colectiva por cuadros políticos y coordinados por el maestro Arturo Gámiz y el doctor Pablo Gómez. Estos documentos fueron discutidos por líderes campesinos, estudiantiles y magisteriales quienes luego conformarían el GPG, a principios de 1965 en Torreon de Cañas, municipio de las Nieves en Durango. Décadas después, el PCM leyó, analizó y estudió a profundidad dichos documentos para retomar lo mejor de ellos en sus tesis y programa político, acordados en su V Congreso realizado hace un año en el estado de Oaxaca, en septiembre de 2014. Hoy, a 50 años del Asalto al Cuartel Madera, el PCM a modo de un sencillo pero significativo homenaje a los revolucionarios caídos, ordena, sintetiza y expresa los planteamientos de los combatientes del Madera. En ese sentido es necesario mencionar que el mejor homenaje para un revolucionario caído, es continuar con su lucha. Por ello el PCM mantiene la memoria histórica de Madera en cada una de sus acciones cotidianas de militantes. Los comunistas retomamos la frase del corrido del maestro Ignacio Cárdenas dedicada a los mártires de Madera: “cuando se lleva en el alma convicciones muy profundas, cuando toda la conciencia a la realidad impugna, ya no se piensa en la muerte, sólo se piensa en la lucha”. A continuación presentamos parte de esas convicciones y las razones que con las armas en la mano defendieron los combatientes de Madera:

I. La caracterización de la época

Es de vital importancia caracterizar la época en la que se desarrolla la lucha de clases para poder trazar la ruta estratégica y táctica de las tareas de la revolución. Para algunos teóricos intelectuales tanto de llamada “izquierda” como de la reacción utilizan conceptos como el poscapitalismo, sociedad posindustrial, globalización, imperio, entre otros, para caracterizar la época en que vivimos. Según ellos con estos “innovadoras categorías” es posible tener una referencia y conocimiento del enemigo y los retos que enfrenta hoy la humanidad. Sin embargo, V. I. Lenin había caracterizado a principios del siglo XX que vivíamos en la fase superior del capitalismo, es decir, la última fase de concentración y centralización del capital que eliminaba la libre competencia en el mercado para formar monopolios. De acuerdo con Lenin el imperialismo tenía como rasgos la fusión entre capital bancario e industrial para formar el capital financiero; la exportación de capital por encima de la exportación de mercancías; la formación de asociaciones económicas y militares que se reparten el mundo mediante la guerra.

Siguiendo los postulados de Lenin, los combatientes del Madera estaban conscientes de que el imperialismo no es un espacio geográfico, sino una cadena de relaciones económicas políticas y sociales a nivel mundial, en la que los monopolios compiten a muerte entre sí para colocarse a la cabeza de dicha cadena y ejercer dominación sobre otros territorios. Por ello caracterizaron que en los años 60 en México existían monopolios y que la libre competencia había terminado en el siglo pasado, al señalar que: “Estados Unidos es donde el capitalismo había alcanzado su máximo desarrollo y por lo mismo donde las contradicciones se manifiestan con mayor claridad”(1) Sin embargo, lo Arturo Gámiz y quienes elaboraron las Resoluciones no consideraban a los EEUU como un único referente imperialista en nuestro país porque afirmaban que “la concentración monopolista ha alcanzado un alto grado, en las potencias capitalistas de Europa, son 8 o 10 supermonopolios los que controlan todas ramas de la economía y manejan al gobierno como apéndice de trust”(2). Con estos planteamientos los combatientes del Madera ya esbozaban el desarrollo monopolista de Estado en México, pero sin caer en el error de ver a nuestro país como una colonia dependiente de los EEUU al considerarlo como único país imperialista. Con ello señalaban la agudización de las contradicciones interimperialistas, la rebelión del mundo colonial y la superioridad del sistema socialista para resolver los problemas del hambre, enfermedades y alimentación que padecía y sigue padeciendo la humanidad en el capitalismo.

Por otro lado los combatientes del Madera señalaban que “la economía nacional tiene un acentuado carácter monopolista y dependencia respecto del imperialismo”(3), algo que para muchos teóricos de la dependencia entre México y EEUU caracterizarían de correcto. Sin embargo, más adelante Arturo Gámiz y sus compañeros aclaran que “la oligarquía nacional que nos gobierna se fortalece a ritmo veloz, acrecienta su poderío a todos los órdenes contando para ello relativa calma y tranquilidad” y más adelante afirman que “posiblemente es la oligarquía más poderosa de América Latina” (4) Con esta aclaración Arturo Gámiz y sus compañeros caracterizan al imperialismo como una fase económica política y militar del desarrollo desigual del capitalismo en la cadena imperialista y no como una relación de simple dominación entre países desarrollados y subdesarrollados o dependientes.

Los planteamientos de los combatientes del Madera fueron una crítica severa a los planteados a finales de los años 40 y principios de los 50, que llevaron a Vicente Lombardo Toledano y al PPS a proponer la necesidad de la unidad de todas fuerzas “patrióticas, democráticas y revolucionarias” en un gran partido popular para combatir al “imperialismo” representado por ellos sólo en los EEUU., quien se erigía a la cabeza de la cadena imperialista. Esto como resultado de la influencia de Earl Browder en los partidos comunistas y de izquierda en América Latina. Browder sostenía dejar de lado cualquier consideración ideológica para colaborar con los gobiernos de cualquier signo político en pro de la derrota del fascismo. Estas ideas tuvieron gran influencia en Lombardo Toledano quien cedió la dirección de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) al Estado burgués mexicano, con la idea de dar continuidad a los ideales de la Revolución Mexicana. Sin embargo, al final Lombardo Toledano terminó apoyando la institucionalización del Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y posteriormente Partido Revolucionario Institucional (PRI).

II. Proletarización y la clase obrera como sujeto fundamental de la revolución

Luego de su análisis de la época, los combatientes del Madera señalaron que los rasgos más importantes de la época del imperialismo y el desarrollo de los monopolios era la gran concentración de capital a costa del despojo del campo y la proletarización de la fuerza de trabajo. Es decir, que en los años 60 en México las clases terratenientes, capitalistas y los monopolios, iniciaron una constante acumulación de capital mediante del despojo de tierras a los campesinos. Con esta disociación entre productor y medio de producción, es decir, el despojo de la tierra a los campesinos, estos últimos fueron lanzados paulatinamente a las grandes urbes a vender su fuerza de trabajo como obreros o a las filas del desempleo y la industrialización. “De 1930 la población dedicada a las industrias extractivas y transformación aumentó un 313% , la dedicada al comercio un 50%, en tanto que la población dedicada a las actividades agropecuarias aumentó sólo un 33%. Estas cifras son elocuentes porque revelan el proceso de industrialización” (5), señalan. Siguiendo este análisis podemos deducir de igual manera la tendencia creciente a la industrialización en México y la proletarización y por ello, independientemente de que los combatientes de Madera habían tenido un amplio trabajo entre las masas campesinas, estudiantiles, populares y magisteriales, estaban conscientes de que sólo la organización proletaria, sindical y obrera podía dirigir la revolución socialista. “El proletariado, no obstante, es la clase nueva y en pleno desarrollo y potencialmente la más consciente y revolucionaria pero la burguesía ha aprendido a controlarla a tal grado que por ahora y para el futuro próximo no está la clase obrera en condiciones de emprender la lucha armada” (6), decían los combatientes del Madera. Ahora bien, Gámiz y sus compañeros estaban seguros de que “el campesinado es una clase en proceso de desintegración consideramos que, por el momento, ellos y la pequeña burguesía de las ciudades son los únicos sectores que están en condiciones de poner en marcha un movimiento armado en nuestro país” (7). Esta posición se comprende debido a que el GPG de Gámiz estaba conformado mayoritariamente por sectores considerados de la pequeña burguesía intelectual como universitarios, estudiantes y maestros. Sin embargo, esta declaración no anulaba la crítica a Lombardo Toledano quien influenciado por el browderismo, el revisionismo y el oportunismo había entregado la organización obrera más grande de México, (la CTM) al PRI, y por otro lado; el entonces Partido Comunista Mexicano al igual que el PPS tenía muy poca influencia en el proletariado, dejando a la clase obrera a merced de la ideología burguesa.

III. Crítica al PPS y al PCM

Los combatientes del Madera estaban conscientes que hasta la III Internacional Comunista (Comintern), la estrategia implementada fue la lucha por la revolución socialista mediante la táctica del frente único de clase contra clase, es decir, proletariado y capas populares por el derrocamiento insurreccional contra la burguesía. Sin embargo, como es sabido el desarrollo del fenómeno del fascismo promovido por los monopolios alemanes en tiempos de crisis económica mundial a partir de la gran depresión de 1929, llevó a la Comintern a modificar su táctica de frente único por la de frente popular. Con este cambio, los comunistas tuvieron que buscar la unidad con todas fuerzas democráticas, liberales y populares para derrotar al fascismo. Sin embargo, las ideas revisionistas y oportunistas comenzaron a ganar influencia en el movimiento comunista internacional y en la URSS después de la muerte de Stalin, lo que trajo consigo consecuencias desastrosas para lucha por la revolución socialista. Es decir, lo que en su momento fue una táctica momentánea de frente popular y alianza de todos los sectores democráticos contra el fascismo se convirtió en una estrategia inamovible para el movimiento revolucionario internacional, y la lucha por el socialismo se dejó para segundo término. Fue así como “en aras del frente popular antifascista el proletariado bajó la guardia, en el PCM dominaba el oportunismo de derecha que postulaba la alianza incondicional y la sumisión al régimen, el gobierno de Ávila Camacho dio un viraje a la derecha”.(8) Así, los combatientes del Madera realizaron una de las críticas más contundentes no sólo al oportunismo del Vicente Lombardo Toledano sino además al conjunto de los partidos comunistas y fuerzas de izquierda que comenzaban a postular de era posible el transito al socialismo de manera pacífica y por vía parlamentaria, de la coexistencia pacífica entre capitalismo y comunismo, de la coexistencia de relaciones mercantiles en la sociedad comunista y otras deformaciones de la teoría marxista.

Por otro lado, los combatientes del Madera habían visto y vivido que las organizaciones de la llamada izquierda mexicana y en espacial el PPS y el PCM habían renunciado a los postulados marxistas desde hace tiempo, debido a que sus dirigentes no se vinculaban con el movimiento obrero real como tampoco de las luchas campesinas. Por ello señalaban que “lo que falta es una dirección a la altura de las masas y las circunstancias de ascenso revolucionario que vive el movimiento” (9). De ahí que criticaran que “las masas no disponen de organizaciones unidas, eficientes y combativas. Hay en cambio una multitud de organizaciones dispersas, divididas, pacifistas e inoperantes”(10) Es claro que aquí Gámiz y sus compañeros apelaban a la creación de la vanguardia revolucionaria y un partido político de nuevo tipo, es decir, un partido para la revolución, un partido bolchevique. Asimismo explícitamente afirmaban que “El PCM y el PPS o al menos sus direcciones coinciden en una serie de puntos fundamentales: han abrazado el revisionismo contemporáneo. Han renunciado a la revolución. Prestan atención exclusivamente a las formas convencionales de la lucha y se olvidan de las formas revolucionarias principales. Aceptan tan sólo lo legal y lo pacífico de la doctrina del proletariado”(11). Esta también era la respuesta a Lombardo Toledano y otras personalidades de la izquierda que condenaban los actos de autodefensa armada y acciones armadas como una “provocación en beneficio del imperialismo”.

IV. Los límites del parlamentarismo y la gestión social

Como señalábamos, la izquierda representada de aquel entonces, influenciada por el browderismo, el revisionismo, el reformismo y el oportunismo, consideraban que el socialismo podía ser alcanzado mediante una serie de reformas y una serie de espacios ganados en la administración del Estado. Las nacionalizaciones de empresas extranjeras en el periodo cardenista fue considerad como un logro de la burguesía nacional progresista, la cual debía ser apoyada por el proletariado. Lombardo y otros más consideraban que el Estado gobernado por el PRI podía ser algún día modificado gradualmente por el proletariado mediante la participación de este en el Congreso y los espacios legislativos. Sin embargo, los combatientes del Madera estudiosos de la doctrina del Estado, estaban conscientes de que esto era una ilusión porque consideraban “el parlamento como una tribuna para hacer denuncias, agitación y propaganda nada más”(12). Es decir estaban conscientes del que el parlamento en ciertos periodos de paz podía ser utilizado para dar a conocer los posicionamientos del proletariado, pero de ninguna manera consideran la lucha electoral y paramentaría como un dogma, el cual para algunos, y aún hoy en día, es la única forma de lucha que conocen, o más bien que les conviene más. Es decir, la crítica de Arturo Gámiz y sus camaradas hacia el parlamentarismo, de la izquierda oportunista es radical ya que “la oligarquía en las cámaras discute cuestiones de rutina y sin trascendencia para que se entretengan los diputados y para dar apariencia de vida democrática”(13). Con esto queda claro que, para Gámiz y los combatientes de Madera, la democracia representativa burguesa era una fachada de la dictadura de clase. Por eso decir que Gámiz y los combatientes del Madera fueron “ultra izquierdista” y pecaban de “infantilismo de izquierda” es algo falaz y superficial, porque es bien conocido de que tanto como Arturo Gámiz y los integrantes del GPG eran destacados dirigentes de masas campesinas. Ellos señalaban que “la obligación de los revolucionarios es plantear las demandas de las masas populares, obreras, campesinas, estudiantiles, organizarlas y movilizarlas para que adquieran conciencias de clase, experiencia revolucionaria y para que lleguen a la conclusión señalada”(14). Con esto queda demostrado que para el GPG, dirigido por Arturo Gámiz y Pablo Gómez, la lucha gestora tenía límites y que dentro del capitalismo es imposible solucionar en su totalidad los problemas de vivienda, salud y educación y alimentación para las grandes mayorías obreras y campesinas.

V. El único camino a seguir: el derrocamiento de la burguesía

Arturo Gámiz y sus compañeros supieron combinar todas las formas de lucha desde la más abierta lucha de masas y de gestión social, hasta la clandestina, ilegal y armada. Aunque para algunos detractores del GPG, eran un grupo de simples jóvenes idealistas que inspirados por la Revolución y el Che Guevara quisieron “repetir” la acción de Fidel Castro y el Movimiento 26 de julio en el Asalto al cuartel Moncada, lo cierto es que no fue así. Gámiz y muchos campesinos de Chihuahua vivieron en carne propia la represión del régimen a través del Ejército, así como de los caciques y terratenientes con sus guardias blancas que asesinaban, torturaban, violaban y humillaban, con toda impunidad, a las comunidades campesinas. De ahí que el retiro de Arturo Gámiz de la lucha abierta y de masas fuera por la necesidad de continuar la lucha bajo las condiciones que imponía el enemigo, es decir, “empuñar el fusil porque es el único camino que respetan y escuchan, llegó la hora de ver si en sus cabezas penetran las balas ya que las razones nunca les entraron, llegó la hora de apoyarnos en el 30-30, más que el Código Agrario y la Constitución”(15) Para algunos estás fueron acciones desesperadas, sin embargo como mencionamos, Gámiz estaba consciente de los límites de orden constitucional y se oponía a dejar en la impunidad los atropellos que cometían a diario los caciques y el Ejército contra los campesinos. “No se trata de soñar con grandes operaciones tácticas sino de contestar como sea uno de los múltiples golpes que el gobierno da a las masas” (16). Asimismo Arturo Gámiz y sus compañeros estaban conscientes de que alguien tenía que empezar la lucha armada y construir el ejército del pueblo, conscientes también de que “no se puede empezar con una poderosa organización clandestina, ni habrá docenas de guerrillas, ni en la mitad del país se producirán los levantamientos, ni serán a la misma hora ni el mismo día” (17) Conscientes pues de que únicamente mediante el derrocamiento, por la vía violenta y organizada, es posible liberar al pueblo mexicano. Con los argumentos teóricos pero también con las acciones revolucionarias Gámiz y el GPG hicieron una crítica al conservadurismo revolucionario e inoperante porque justifica su inmovilidad con una “ola represiva” del régimen o porque “espera” que todas las condiciones estén creadas, pero nunca se atreve a crearlas. De ahí que sus acciones estuvieran siempre ligadas a las necesidades y acuerdos con las masas en su lucha concreta. De ahí que las últimas frases de las Resoluciones sean contundentes: “Por nuestra cuenta no daremos ya marcha atrás en el camino de la revolución, sabemos que sin el apoyo de las masas no podremos triunfar, ganar su confianza y su apoyo es nuestra tarea principal preocupación y nos proponemos lograrlo mediante los hechos” (18).

Sería ocioso e inmoral tratar de hacer una crítica a los errores tácticos militares que cometieron quienes participaron y murieron en combate en el asalto al Cuartel Madera aquella madrugada del 23 de septiembre. Lo que sí es benéfico es y sigue siendo estudiar los porqués y las razones y argumentos que llevaron a Arturo Gámiz y sus compañeros a señalar que no sólo es posible la revolución, sino que además hoy más que nunca es necesaria. Por lo tanto, hoy más que nunca la crítica al reformismo, revisionismo y oportunismo, vestidos de institucionalidad, que con otros nombres y membretes quieren postergar más la revolución socialista. Que hoy más que nunca es necesario fortalecer el Partido Comunista como instrumento de nuestra clase para lograr sus objetivos históricos, porque los movimientos irán y vendrán mientras exista el capitalismo sin garantizar su verdadera destrucción. Hoy más que nunca son necesarias las acciones revolucionarias que señalen a la clase obrera el camino menos doloroso para lograr su liberación, es decir, señalar que no hay etapas intermedias en el camino de la revolución socialista como tarea inmediata de la clase obrera.

¡Honor y gloria a los combatientes caídos la madrugada del 23 de Septiembre de 1965!

¡Viva la lucha por el socialismo!

¡Proletarios de todos los países, uníos!

El Buró Político del Comité Central

1 Resolución 1 (1965) Primer Dictamen: El imperialismo, Ed. Línea Revolucionaria, Chihuahua, México http://www.madera1965.com.mx/res1.html

2 Ibíd.

3 Resoluciones 3(1965) Breve resumen histórico, Ed. Línea Revolucionaria, Chihuahua, México, http://www.madera1965.com.mx/res3.html

4 Ibíd.

5 Ibíd.

6 Resoluciones 5 (1965), El único camino a seguir, Ed. Línea Revolucionaria, Chihuahua, México, http://www.madera1965.com.mx/res5.html

7 Ibíd.

8 Ibíd.

9 Ibíd.

10 Ibíd.

11 Ibíd.

12 Ibíd.

13 Ibíd.

14 Resoluciones 4 (1965) Medio siglo de dictadura burguesa, Ed. Línea Revolucionaria, Chihuahua, México, http://www.madera1965.com.mx/res4.html

15 Ibíd.

16 Resoluciones 5 (1965), El único camino a seguir, Ed. Línea Revolucionaria, Chihuahua, México, http://www.madera1965.com.mx/res5.html

17 Ibíd.

18 Ibíd.