Primero de Mayo Rojo, avanza la política clasista
Desde el año 2013 el Comité Central del Partido Comunista de México valoró que era necesario distinguir la intervención clasista entre los trabajadores para establecer una diferencia con el sindicalismo corporativo gubernamental, el sindicalismo amarillo socialdemócrata que práctica la colaboración de clases y el sindicalismo blanco propatronal. El resolutivo plateó una línea para agrupar y concentrar fuerzas, para remontar en el presente una situación histórica de postración del sindicalismo al Estado, resultado de la errónea concepción que en los años 30 del Siglo XX, en aras de la unidad sindical llevó a la unidad nacional, es decir a la alianza subordinada del movimiento obrero y sindical con el Estado mexicano, como resultado de la errónea premisa ideológica de que la clase obrera debería colocar en segundo lugar su propia ideología en favor de la ideología de la Revolución mexicana, es decir la ideología de la clase dominante.
Esta lucha que es en los planos económico, político e ideológico, que se expresa día a día en el movimiento obrero-sindical, en cada centro de trabajo, tiene una expresión concreta y clara cada Primero de Mayo, por lo que tendría que convertirse también en un termómetro de nuestra política concreta, es decir de la tarea de luchar para conformar un polo clasista, independiente y radical entre la clase obrera, con banderas antimonopolistas, anticapitalistas y por el poder obrero.
Así cada año se da una concentración del Congreso del Trabajo, donde la CTM, y las centrales y sindicatos vinculados al PRI, al Estado, con base en el corporativismo, el control mafioso efectúan el trámite de una ceremonia donde lanzan loas al Presidente en turno, llamado invariablemente, desde hace 80 años, el “Primer obrero de la patria”. Para ellos no existe la crisis, ni la desvalorización del trabajo, ni la reforma laboral, ni los crímenes industriales, y por el contrario pareciera que los trabajadores viven bien, que los salarios son suficientes, que las reformas son benéficas. Estos lacayos pasan lista a cada trabajador que movilizan, con amenazas gangsteriles ejercen su control cada día y también en esta actividad.
Posteriormente, y resultado de un acuerdo con el CT, se moviliza el sindicalismo autodenominado independiente. Encabeza la Unión Nacional de Trabajadores y van en contingente algunos sindicatos clasistas, pero predomina una política de colaboración de clases, tanto del sindicalismo amarillo, como el azul, tanto de la socialdemocracia, como de la democracia cristiana. También van en ese contingente grupos y organizaciones de la izquierda: maoístas, trotskistas, anarquistas, socialistas que en la impotencia de plantear acciones independientes se suman, con el supuesto de ser distintos, pero en los hechos fortaleciendo la política de colaboración de clases, pues en esta dirección lo que prima es el planteamiento de los pactos obrero-patronales en las decisiones que se asuman frente a la política laboral o social, con el agravante de que lo obrero es colocado siempre en segundo lugar.
Así estaban las cosas hasta el año 2013. Desde entonces los comunistas estamos planteando una alternativa a la clase obrera.
Éste Primero de Mayo del 2016 demostramos que no se trata solamente de plantear una política claramente clasista y combativa, sino que ésta va creciendo.
El contingente rojo demuestra que el Partido Comunista crece y se desarrolla como una fuerza y que esa tendencia es ascendente. No hay entre la izquierda quien rivalice con nosotros en tanto capacidad de movilización propia, ni siquiera haciendo la suma de todos los grupos que en ese espectro se reivindican, en primer lugar porque sus políticas van a remolque de la socialdemocracia al esgrimir sus banderas de unidad a toda costa, y en segundo porque su debilidad orgánica los sitúa en el papel de grupos marginales y testimoniales que solo tienen el rol de generar confusión.
El contingente rojo demuestra que la política del Partido Comunista es la política de la clase obrera con consciencia de clase, pues va nutriéndose de destacamentos obreros y sindicales combativos que identifican y reconocen a los comunistas como su vanguardia. Obreros, trabajadores del transporte, trabajadores de la educación, jóvenes trabajadores, sectores populares se van movilizando en la dirección que propone el PCM.
El contingente rojo se demuestra como el único antagónico al poder de los monopolios, pues se desplegó en su contra un desproporcionado operativo policial, y además fue prohibido su mitin en el Zócalo de la Ciudad de México. El contingente rojo fue hostigado durante su trayecto, y grupos provocadores fueron enviados buscando desestabilizarlo, lo que fue impedido por la disciplina y disposición combativa del PCM y la FJC.
Los comunistas han expresado su fuerza en la Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara, Coatzacoalcos, y en otras importantes concentraciones proletarias del país, demostrando que vamos avanzando y que el Primero de Mayo Rojo refleja nuestra actividad cotidiana para organizar y concientizar a los trabajadores en la lucha por sus reivindicaciones y para la tarea histórica de derrocar al capital y construir el socialismo-comunismo.