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El Capital, 150 años de actualidad en la lucha de clases.

Pável Blanco Cabrera

Primer Secretario del CC del PCM

 

El 14 de Septiembre de 1867 fue publicada la primera edición de El Capital, obra a la que Karl Marx dedicó la mayor parte de su esfuerzo de investigación y trabajo teórico, al haberse convencido de la importancia fundamental de la economía prácticamente después de la lectura del artículo de Friedrich Engels  “Esbozo de la crítica de la economía política”, y que fue publicado en los Anales Franco-Alemanes en 1844.

 

Son conocidos los sacrificios de Marx y su familia, las condiciones difíciles de su vida cotidiana para dedicar la mayor parte de sus fuerzas, por un cuarto de siglo, al estudio de la economía política, a su crítica para explicar el capitalismo -el modo de producción predominante en la sociedad actualmente-, las relaciones sociales, las contradicciones, los antagonismos irresolubles y los limites históricos, simultáneamente demostrando quiénes pueden poner fin a la explotación, el papel revolucionario del proletariado y anticipando la sociedad futura, la del socialismo-comunismo.

Resulta admirable cómo la ciencia revolucionaria puede abrirse paso en medio de la lucha, de la persecución. Basta situarse en la Europa de 1848, en las revoluciones que estallan y cómo el naciente partido comunista va ya al combate, con Marx y Engels en la primera línea, la vorágine de acontecimientos que rodean su intervención en la Nueva Gaceta Renana, su exilio en Bruselas, París, Londres, la contrarrevolución, los juicios, la intensa lucha de clases, la construcción de la Asociación Internacional de Trabajadores, las polémicas, y el intenso trabajo teórico que entrega en ese mismo periodo las principales obras del socialismo científico. Y a lo largo de todo ello: las horas intensas de investigación, estudio, traducción, sistematización, reflexión y trabajo en varios borradores, circulados con Engels -que con justeza debe ser considerado coautor-, y otros camaradas, hasta la obtención del manuscrito final que saldría a la luz en una editorial de Hamburgo, la Otto Meisnners Verlag, aún existente. Tal obra científica vino al mundo enfrentando una conspiración del silencio, como decía Engels, y es reconocido que hoy llegando a la segunda década del siglo XXI es una obra de gran demanda, sobre todo después del estallido de la crisis de sobreproducción y sobreacumulación del sistema capitalista en 2008. Hoy, el análisis de Marx tiene plena vigencia.

Es una obra teórica para la lucha, para ir directamente a la lucha de clases, al conflicto capital-trabajo, un arma para ser empuñada por la clase obrera, por todos los trabajadores y trabajadoras, y es conocido el empeño de Marx que trabajó en varias redacciones hasta contar con una dirigida al proletariado. Por ello son absurdas algunas discusiones del cómo afrontar su lectura; por ejemplo Althusser proponía saltarse la Sección Primera, argumentando su obscuridad filosófica, pero omitiendo algo esencial: Das Kapital comprende, además de lo relativo a exposición de economía, historia y política, el desarrollo del método dialectico, la comprensión de la realidad y sus fenómenos en todo su tejido, en la interdependencia de relaciones, una revolución en la filosofía como con justeza defendió Zdhánov. Así se va de la mercancía al valor de uso y al valor de cambio, y de la teoría del valor a la circulación, al intercambio, al equivalente, al dinero, a la fórmula del capital, al trabajo, al trabajo asalariado, al plusvalor, y a la plusvalía, el “sórdido secreto de la explotación capitalista”; así, paso a paso, Marx va desmontando el modo de producción y demuestra con claridad y sobradas evidencias que la transformación de dinero en capital tiene como base la explotación del trabajo.

En pocas palabras, es enorme su vigencia a pesar del inmenso esfuerzo para arrinconar a El Capital en las gavetas de las facultades de economía y de sesudos grupos de especialistas que con rituales esotéricos encubiertos de docto estudio buscan alejar la obra marxista de los trabajadores y circularla en un grupo de intérpretes y exégetas que no dejan de asombrar por lo absurdo de sus reflexiones, ajenas al criterio clasista, pero seguramente bien pagadas en los circuitos de la academia y que les permiten estar en las listas de becarios de manera permanente. Pero no, El Capital no es para esos señores, El Capital es junto con toda la obra marxista-leninista un arma para el proletariado en la lucha por el derrocamiento del capitalismo. Marx no escribió para estar en la lista de los best-seller, ni para recibir subsidio de instituto, universidad u ONG alguna, escribió para fortalecer la lucha política de la clase obrera por el socialismo. En el espacio académico en estos días hay muchas conmemoraciones, pero con propósitos claramente deformantes, destinados a colocar una muralla entre la obra de Marx y el proletariado, e incluso, varios de ellos más que el estudio del Viejo Topo hacen la reivindicación de Keynes y significan políticamente militancia y proselitismo por la socialdemocracia y la gestión del capitalismo. Marx y sus estudios, su obra, su política son para la clase obrera y para su organización de lucha, el partido comunista.

Es muy importante lo que se desprende de comprender el asunto del valor de uso y las relaciones mercantiles, lo que ya fue debatido como un asunto práctico en el ejercicio del poder obrero durante la construcción socialista en el siglo XX y que tuvo sus dramáticas consecuencias en la contrarrevolución que derrocó temporalmente la construcción socialista en la URSS. El poder obrero, la construcción socialista es incompatible con las relaciones mercantiles, y tal cuestión está planteada como un dilema en países que reivindican el socialismo, y para el propio movimiento comunista, donde algunos plantean una renovación programática en la que serían posibles mixturas de socialismo y capitalismo. Podemos adelantar ya el resultado: la prolongación del capitalismo y de los sufrimientos para la clase obrera con la explotación, así como la barbarie incesante que destruye a la naturaleza del planeta y a la humanidad.

Es un asunto a destacar también el de la pobreza teórica de la llamada izquierda mexicana, aún de aquella que reivindica al marxismo, puesto que eludió históricamente el estudio y la comprensión de esta obra cumbre de Marx, salvo para adornar sus libreros. Esto busca remontarlo el PCM con el estudio sistemático y permanente por parte de sus militantes de toda la teoría marxista-leninista, incluidos los tres tomos de Das Kapital. Por ello, para conmemorar el sesquicentenario nuestro Comité Central decidió nuevamente su estudio.

Subrayamos también que refutamos la idea de querer reducir el marxismo a una sola obra; algunos adjudican toda la riqueza del marxismo a El Manifiesto del Partido Comunista, otros a El Capital; lo cierto es que toda la obra de Marx y Engels, así como el desarrollo enriquecedor de Lenin, son una fuente de lecciones para la acción revolucionaria de los comunistas, y por tanto debemos esforzarnos en el estudio sistemático y continuo, aspirando a su cualificación en el terreno de la teoría y de la práctica.

Qué gran herencia nos dejó Karl Marx, maestro del proletariado mundial, y El Capital, es una muestra monumental de ella.