La solidaridad de clase entre los trabajadores es nuestra única opción
México se enluta otra vez con el sismo que tuvo epicentro en Chiautla, Puebla y que impactó trágicamente a los estados de Veracruz, Puebla, Tlaxcala, Morelos y la Ciudad de México, a sólo unas semanas del que afectó a Oaxaca y Chiapas, sobre todo al Istmo de Tehuantepec.
Nuevamente el Estado mexicano se ve totalmente rebasado, igual que en 1985, y se demuestra incapaz frente a estas tragedias, y ello es explicable pues la lógica de máxima ganancia a los monopolios hace inviable una política social eficiente con presupuestos reducidos al mínimo, donde además la flagrante corrupción termina por apropiarse de lo poco que queda.
Qué drama que hoy 19 de Septiembre que se efectuaba un simulacro antisísmico, tan sólo dos horas después las medidas estatales demuestren su inutilidad rotunda, la simulación, negligencia y triunfalismo. Rápidamente se despliegan las fuerzas represivas, el Ejército, los cuerpos policiacos para resguardar las plazas comerciales, las zonas residenciales donde habita la burguesía. Los monopolios y comercios de todo tipo especulan ya con el costo de alimentos, medicamentos, herramientas y del agua potable; las inmobiliarias y aseguradoras buscan también obtener su tajada, mientras el proletariado escarba a mano los escombros para rescatar a las víctimas, organiza acopios, establece comedores colectivos, crea bancos de información, y en suma expresa la solidaridad de clase.
Nuevamente salen a flote los agravios criminales del capital contra el trabajo, pues se están difundiendo casos de edificios, donde al margen de todo reglamento y toda medida de seguridad, se encontraban laborando trabajadoras y trabajadores que han muerto, están heridos o han quedado atrapados en los escombros. Lo mismo ocurre con los edificios multifamiliares donde vive la clase obrera y los sectores populares, que se encuentran afectados estructuralmente y que hacen inviable que se sigan habitando. Lo mismo que en Oaxaca y Chiapas, donde en un instante cientos de familias trabajadoras perdieron todo su patrimonio y semanas después están en el desamparo si no es más que con la ayuda de sus propias comunidades. Sin duda alguna, el mayor golpe es al proletariado de México.
Como en 1985, los trabajadores sólo pueden esperar ayuda de sus hermanos trabajadores, de la solidaridad de clase, sólo las iniciativas de apoyo entre los propios trabajadores darán resultado, con las brigadas de trabajo voluntario, las iniciativas organizadas, y con ello está comprometido el Partido Comunista de México y la Federación de Jóvenes Comunistas. Llamamos a iniciativas organizadas para resolver los problemas inmediatos.
Al mismo tiempo que la solidaridad entre los trabajadores de México debe expresarse en iniciativas en las que los comunistas debemos comprometernos, como el acopio de medicinas y alimentos en otras regiones para hacerlo llegar a comités obreros, organizaciones populares y trabajadores de las zonas afectadas, llamamos a la solidaridad internacional entre la clase obrera.
¡Proletarios de todos los países, uníos!
El Buró Político del Comité Central