En respuesta al primer informe de Gobierno de Obrador
Declaración del Buró Político del CC del PCM
Tal como lo había advertido nuestro Partido, a partir del análisis marxista, la promesa de desmontar el neoliberalismo por este gobierno resultó un engaño. La primera acción del gobierno, aún antes de asumir formalmente el cargo, fue defender a capa y espada la continuidad del Tratado de Libre Comercio con EU, imponiéndose unos límites estrechos para su actuación económica. No se ha revertido la reforma energética, por el contrario, se protegen los contratos petroleros con monopolios internacionales; se firman nuevos contratos para fracking; se entrega la gestión de los gasoductos de CFE a los monopolios Carso Energy, TC Energía e IEnova; y se entrega por completo la industria petroquímica a los monopolios agrupados en el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), etc. No se ha derogado la reforma agraria de Carlos Salinas de Gortari al artículo 27 como exige el movimiento campesino. No se han derogado las modificaciones esenciales que introdujo el gobierno de Peña Nieto al artículo 3°, ni puesto fin al régimen de exclusión laboral, como exige el magisterio. No se han derogado ninguna de las modificaciones constitucionales de los últimos 4 sexenios que constituyen el entramado legal de la gestión neoliberal. No se revirtieron las privatizaciones que constituyeron la base material para la gestión neoliberal.
En sus rasgos económicos más esenciales, este gobierno no se aparta del neoliberalismo, como lo expresa en la práctica su Plan Nacional de Desarrollo. Por lo tanto debemos decirlo fuertemente. Este gobierno no es ni será, en ningún rasgo político, un gobierno de izquierda. Al contrario, muestra profundos rasgos reaccionarios, da pasos a una involución autoritaria del Estado burgués. Continúa la represión de las organizaciones de izquierda, que expresa una voluntad por destruir a toda organización social independiente. Tanto con represión como con sus políticas clientelares, el gobierno pretende que toda interacción con el Estado se realice de manera individualizada y atomizada, con intermediación única de su partido MORENA. Este gobierno no es ni será una gestión que favorezca la organización de la clase obrera y de los sectores populares, mucho menos será un avance hacia el socialismo, como afirman los más delirantes de sus opositores y de sus partidarios. El “compañero” Obrador es un obstáculo más que tendrá que combatir y superar la clase obrera en su camino hacia el poder.
En política macroeconómica se mantiene la disciplina fiscal de sexenios anteriores. El único cambio fue el nombre, bautizado como “austeridad republicana”. Esta austeridad significó la reducción del financiamiento público en materia de salud, educación, cultura, ciencia y tecnología, etc., así como despidos masivos de trabajadores de base o bajo diversas modalidades precarizadoras y la reducción o eliminación de sus prestaciones en múltiples instituciones del Estado.
La precarización laboral, que se impulsó con ahínco con tono y formas denominadas como neoliberales, también ha tenido una continuidad que se distingue por su fortalecimiento, amplitud y demencia. Prueba de ello son las medidas laborales transformadas en materia legal, para poner a tono la explotación asalariada con los acuerdos inter-monopolistas para América del Norte; la existencia de proyectos como Jóvenes Construyendo Futuro, Sembrando Vida, entre otros, que afianzan y supervisan desde el Estado las relaciones laborales con nulos derechos laborales, así como las ganancias multimillonarias para los monopolios; y la brutal política contra migrantes de origen centroamericano, caribeño, africano y mexicano, y que consiste en la aplicación en los hechos de la política del Tercer País Seguro, el reparto imperialista de Centroamérica, las persecuciones raciales, las deportaciones en masa, la anulación ilegal del libre tránsito y el derecho internacional al refugio, ultrajes de todo tipo.
El gobierno intenta redirigir el gasto público para la conclusión de Megaproyectos que favorecen la acumulación de los monopolios en la región sureste. Es decir, un jugoso mercado poco explotado, el cual debe ser creado mediante el despojo a las comunidades indígenas y la destrucción de la naturaleza. Para ello también se redirigen fuertes sumas al fortalecimiento del Ejército y otros cuerpos represivos. Así como al sostenimiento de sus programas sociales clientelares-electorales que pretenden suplir las prestaciones sociales de manera más barata y garantizar una base de apoyo para la continuidad de esta gestión.
Sin embargo, su política está por estrellarse contra la necia realidad. Expresión de las profundas contradicciones del capitalismo, avanza rápidamente una recesión económica mundial, que avizora una nueva crisis de sobreproducción y sobreacumulación internacional. Así como en 2008 Agustín Carstens –Secretario de Hacienda y Crédito Público durante el mandato del militarista Calderón– hablaba de un simple “resfriado”, AMLO en 2019 quiere ocultar que se acerca la crisis fingiendo felicidad. Esto tendrá un fuerte impacto en la economía mexicana, un profundo efecto en la lucha de clases, y acabará con la “felicidad” que tanto pregona o al menos con los fondos de sus programas asistencialistas.
Como beneficiarios de esta política, resulta cada vez más abierto y evidente el respaldo a los grandes monopolios. Ya no sólo a partir de testaferros, sino con las caras visibles de Carlos Slim, Carlos Hank González, Ricardo Salinas Pliego, German Larrea, Alberto Bailleres, entre otros. Además hay un preocupante apoyo político del gobierno al ejército y los grupos evangélicos, que implica abrir una puerta reaccionaria que cada día será más difícil de cerrar. No existe la imposible separación del poder político y el poder económico –que tanto se pregona para enmarañar el verdadero carácter de este gobierno–, sino que inclusive se dan pasos atrás en la separación Estado-Iglesia y pasos adelante en la presencia de los mismos representantes monopólicos como agentes del Estado y el Gobierno. Al ejército no se le regresó a los cuarteles, como fue la promesa de campaña, al contrario, se le han dado más funciones y protagonismo. No ha traído ningún resultado ante el crimen organizado esta presencia militar, en cambio se le dedica a la cacería de migrantes, y se le pertrecha para la represión.
En contraparte, quienes ahora son damnificados por la política de Obrador, enfrentan serias amenazas. No sólo no se han esclarecido los asesinatos y desapariciones del sexenio pasado y anteriores administraciones; incluyendo entre ellos a nuestros camaradas, sino que se suman nuevos crímenes de Estado. Por ejemplo: el caso de Samir Flores; el de una decena de integrantes del Consejo Nacional Indígena-Consejo Indígena de Gobierno; los ocurridos contra Noé Jiménez y otros miembros de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala Movimiento Nacional; y así progresivamente contra quienes estorban a sus proyectos. En este marco se aprueban leyes para criminalizar la protesta en Tabasco, y de manera similar se castigan actos de protesta en Jalisco, Veracruz, Chiapas, etc.
Llamamos a la clase obrera, a los sectores populares, y a sus organizaciones, a resistir los intentos de destrucción, por las medidas y prácticas tomadas por este gobierno. Les llamamos a ejercer la crítica abierta, a desechar las falsas ilusiones o el colaboracionismo, y a no permitir que en su lugar reine la enajenación y/o la desesperanza. Fortalezcamos nuestros instrumentos de lucha; reforcemos al Partido de la Clase Obrera; reforcemos los vínculos solidarios y organizativos entre los trabajadores, los campesinos amenazados, los pueblos indios y los sectores populares en su conjunto. Confluyamos en un polo anticapitalista que haga frente al nuevo gobierno del engaño y la demagogia, que conduzca las aspiraciones y la energía de nuestra clase hacia la conquista del poder.