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Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo han dado continuidad a la lucha armada, lo que es comprensible por el incumplimiento de la burguesía colombiana y su Estado del Acuerdo de Paz de La Habana, desde que fue suscrito, el exterminio de cientos de dirigentes sociales, así como de 150 farianos.

Es un anuncio importante para el pueblo de Colombia, pues la lucha sigue, y también para el movimiento revolucionario de América Latina, pues se pone de relevancia la vigencia de todas las formas de lucha para lograr la emancipación de la clase obrera y la liberación de los pueblos, cuestionando así el discurso socialdemócrata de que el único camino es la disputa entre gestión neoliberal y gestión keynesiana en los marcos de las instituciones de la democracia burguesa.

 

No podía ser de otra manera, la semilla sembrada por la acción revolucionaria a lo largo de más de cinco décadas, desde la epopeya de Marquetalia, fructifica en la continuidad de la lucha insurgente. Las enseñanzas de los comandantes Manuel Marulanda, Jacobo Arenas, Alfonso Cano, y miles de revolucionarios, no son la de la sumisión y rendición, sino del combate inclaudicable por lo nuevo, por el socialismo, en todas las condiciones, inclusive las más adversas, con determinación en que una causa justa no tiene otro destino que la victoria.

Asiste al pueblo colombiano y a todos los pueblos, el derecho universal a la rebelión contra la injusticia, contra la muerte, contra la explotación.

Merece nuestro respeto la Reunión Extraordinaria de Comandantes, que sesionó del 22 al 24 de Agosto, así como sus Resoluciones; el Mundo ya conoció la estatura de ellos, cuando sin la campaña de criminalización distorsionando su pensamiento, lograron exponer su proyecto político, visión de la realidad colombiana, conocimiento profundo de la situación de obreros, campesinos y sectores populares de su país, de su historia, así como el anhelo profundo de los explotados y oprimidos.

Las FARC-EP y el Partido Comunista Clandestino de Colombia están ya recibiendo todo el ataque reaccionario de la clase dominante colombiana, y del imperialismo: la pena capital se establece para quienes subvierten la “paz de los sepulcros” y proclaman la vida, la justicia, y la libertad como derrotero de su pueblo

Pero estos Espartacos y Varinias, esperanza de la insubordinada y sufrida Colombia, que llevan por uniforme la selva y la montaña, que marchan enarbolando rojas banderas, cuentan ya con la solidaridad del movimiento revolucionario de América Latina, del cual hace parte indudablemente, el Partido Comunista de México.

¡Proletarios de todos los países, uníos!

El Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de México