El Estado mexicano: violencia organizada para garantizar la ganancia y el poder de los monopolios.
El sexenio de Peña Nieto es de hambre y miseria, de terrorismo de Estado y violación a los derechos humanos, de sobreexplotación laboral y de gran corrupción.
Aumenta la represión contra los trabajadores; aumentan los presupuestos públicos destinados a fortalecer los diversos instrumentos represivos –Ejército, Marina, Policía Federal, Gendarmería, Policías Estatales, Policías Municipales y grupos paramilitares-, así como la infraestructura judicial y carcelaria. Aumentan los presos, los desaparecidos, los muertos. Ríos de sangre y fosas por doquier son prohijados por la plutocracia que encabeza las listas de Forbes.
Se han efectuado en estos años, desde el Gobierno Federal, el Poder Legislativo y la Suprema Corte, una serie de modificaciones constitucionales y reglamentarias que van en la dirección de limitar el accionar político de los trabajadores y sectores populares organizados, ante el previsible incremento de sus respuestas a las medidas de choque enfocadas a desvalorizar el trabajo que se han aprobado en años recientes en el contexto de la crisis económica del capitalismo. Reforma laboral, reforma educativa, reforma judicial, reforma fiscal, conforman en esencia un ataque a los derechos laborales y sindicales conquistados en los últimos 100 años por la lucha proletaria, con la fundamental intervención de los revolucionarios y los comunistas; han significado también, una política económica orientada a conservar y aumentar las ganancias, los beneficios de los monopolios, a costa de la pulverización del nivel de vida de los trabajadores, de la pauperización de la clase obrera y sus familias.
Con un desempleo creciente, con la miseria alcanzando a los trabajadores y sus familias, con un sistema educativo y de salud en el abandono, con deterioradas condiciones de trabajo que propician los crímenes industriales, con los despidos masivos en el sector público y privado, es de esperarse la movilización, paro y huelga de los trabajadores de las distintas ramas y sectores de la industria y los servicios, así como movilizaciones y luchas que habrán de adquirir formas nuevas, en contenido y radicalidad, para confrontar efectivamente al poder de los monopolios.
Por ello, además del reforzamiento del aparato represivo hay un endurecimiento de los secretarios de Estado y los distintos funcionarios que sustituyen las maniobras y engañosas negociaciones con amenazas de despido y cárcel con las que buscan prohibir la lucha de clases. Ejemplo de estos perros-policías, son Aurelio Nuño, Secretario de Educación Pública, Rafael Moreno Valle, Gobernador de Puebla, Miguel Ángel Mancera, Jefe de Gobierno de la Ciudad de México y Ricardo Monreal, Jefe Delegacional en Cuauhtémoc. Si uno es del PRI, otro del PAN, el otro del PRD y el último de MORENA, eso no tiene importancia, pues todos defienden a sangre y fuego la conservación del orden, el Estado de derecho, esa envoltura de legalidad para un régimen criminal sustentado en la explotación, el despojo, en chupar la sangre de millones de proletarios día a día.
Periodistas y trabajadores de la comunicación son asesinados con total impunidad por sicarios al servicio del Estado para impedir la difusión de la verdad y para que las únicas noticias que circulen se conviertan en una muralla que invisibilice la realidad. Bandas del narcotráfico entrelazadas con el gobierno ejecutan a luchadores populares. Los mecanismos represivos son orientados a inmovilizar y desmovilizar, sembrando el miedo y la desesperanza. Lo mismo se detiene, desaparece, asesina, a sindicalistas que a comunistas, a mujeres u hombres, jóvenes o niños. No detiene el terrorismo de Estado ninguna normatividad internacional, ni la observación nacional o internacional de derechos humanos.
La represión es lo mismo ejercida por las administraciones del PRI, que por las emanadas del PAN, PRD, MORENA, PVEM, PT y cualquier otro partido registrado. A pesar de sus diferencias, en interés supremo del Estado –la defensa de la propiedad privada, la explotación del trabajo asalariado, la extracción de la plusvalía- se unen, se coordinan, se protegen. La aplicación del Estado de derecho es el común programático de todos ellos. En esa misma dirección se amplía la participación de las candidaturas “independientes” como vehículo en el que puedan encontrar representación política directa los encargados del tráfico de drogas, además de los propios partidos registrados en el INE, que son maquinarias de lavado de los dineros calientes. La nueva socialdemocracia es también promocionada, como barrera de contención de las luchas de los sectores populares, y llama la atención la especifica política de alianzas de MORENA para ganar al equipo de dirección magisterial para el voto en su favor, desviando la lucha y sembrando la desconfianza en el potencial de la actividad política extraparlamentaria y fuera de los carriles de la institucionalidad
La represión debe ser confrontada en su origen, como una de las columnas que sostienen a la clase dominante y su sistema social de explotación y opresión, es decir con un enfoque anticapitalista y antimonopolista.
Las represiones en los últimos días contra los trabajadores de la educación, incluida su expulsión de la Ciudad de México, violatoria de las garantías individuales, provoca algunas lecturas equivocadas sobre el carácter del Estado: nuevamente surge la errónea apreciación de considerar fascismo cualquier manifestación de violencia y represión.
Es conveniente señalar que en la Plaza de Santa Domingo, compartiendo la lucha y los riesgos, junto a los trabajadores de la educación se encontraba un contingente de militantes y cuadros del Partido Comunista de México y de la Federación de Jóvenes Comunistas, y a pesar de sufrir en carne propia las arbitrariedades y la represión, a pesar de que cinco camaradas del PCM han sido asesinados en lo que va del sexenio de Peña Nieto, de que varios de nuestros camaradas se encuentran en la cárcel, de que continúa desaparecido en Tamaulipas el camarada Enrique López, miembro del Comité Central del PCM, de que cotidianamente enfrentamos la persecución y el acoso, no vamos a incurrir en el error de hacer evaluaciones desproporcionadas, pues para que la lucha sea eficiente, acertada, conducida con una estrategia y táctica correcta, el análisis debe ajustarse a la realidad, sin exageraciones ni tremendismos, como suelen hacerlo fuerzas de “izquierda” carentes de seriedad y que se guían por la especulación y la falsa alarma.
Grupos y organizaciones populistas, confusos ideológicamente, llevan años señalando que el fascismo viene, que el fascismo ya llegó, que el fascismo ya está aquí. Con la misma falta de seriedad que llaman huelga general a cualquier movilización y sin esforzarse mínimamente por procurar la paralización de la producción, lo que significa un esfuerzo organizativo en cada centro de trabajo. La banalización de la caracterización, la trivialización del discurso político conduce la lucha de error en error, de derrota en derrota. Los comunistas sabemos muy bien lo que el fascismo es y significa, más también lo que es el socialfascismo. No fue sencillo caracterizarlo, encontrar los rasgos que lo distinguen y que lo diferencian de otras formas de la gestión burguesa, fueron años, casi una década de debate en la Internacional Comunista para llegar a la conclusión que expresó su VII Congreso.
La dictadura de clase de la burguesía en México procura aún mantener la fachada democrática pues sabe que así su rentabilidad será mayor; sabe que aún puede acudir al sistema jurídico en vigor para así garantizar estabilidad al modo de producción capitalista, para mantener intacta la organización económica, política y social que tantos beneficios genera al poder de los monopolios. Esa fachada democrática legitima el terror, la tortura, el oscurantismo, el anticomunismo, sin necesidad de diluir la institucionalidad democrático-burguesa. Autoritarismo y democracia burguesa van de la mano.
Quienes insisten en caracterizar inapropiadamente como fascista al gobierno mexicano están buscando una coartada para que todos pleguemos nuestras banderas y objetivos en favor de la nueva socialdemocracia, y que de una u otra manera concentremos fuerzas en refuerzo de la democracia burguesa, atenuando expresiones radicales de antagonismo con la ilusión de resolver electoralmente los graves problemas, de que posterguemos las manifestaciones de poder popular para preservar la institucionalidad.
Desde el Partido Comunista de México llamamos a la lucha franca y abierta contra el poder de los monopolios. Confiamos en la potencialidad de los trabajadores mexicanos, en su capacidad de organización y combate, en el poder de las masas explotadas y oprimidas, como ha demostrado en Atenco, en Oaxaca durante la APPO, en Chiapas en las escaramuzas recientes del magisterio contra las fuerzas federales.
La táctica utilizada por las fuerzas oportunistas de movilización-negociación-movilización es cosa del pasado. Los trabajadores debemos luchar por conformar nuestra unidad en un frente antimonopolista, anticapitalista y antiimperialista con el objetivo programático de derrocar el poder de los monopolios. Esa es la tarea.
¡Proletarios de todos los países, uníos!
El Buró Político del Comité Central